Incendios forestales arrasan el continente con cifras récord de hectáreas calcinadas.
Una ola de calor implacable ha desatado un infierno en varios países de Europa, transformando una temporada de verano que ya se perfilaba como extrema en una de las más devastadoras de las últimas décadas.
Impulsados por temperaturas récord y una sequía prolongada, los incendios forestales han calcinado una cantidad de tierra sin precedentes, dejando un rastro de destrucción material y, lo más trágico, la pérdida de vidas. Como consecuencia se han desatado incendios forestales con pérdidas humanas y más de 450,000 hectáreas calcinadas.
El sur de Europa en llamas
La situación es especialmente crítica en el sur del continente, donde países como España y Portugal se han llevado la peor parte. En España, el fuego ha devorado más de 105,000 hectáreas en lo que va de 2025, una cifra que duplica la del año anterior y que ha puesto en jaque a regiones como Galicia, Castilla y León, y Valencia.
Mientras tanto, en Portugal, la situación es igual de alarmante: más de 64,000 hectáreas han ardido en apenas dos días, lo que ha llevado al país a declarar un estado de alerta total.
La crisis se extiende por el Mediterráneo. Grecia se enfrenta a unos 150 focos activos, forzando evacuaciones masivas en sus populares zonas turísticas. Turquía ha reportado la muerte de al menos 15 personas que luchaban contra las llamas.
Incluso países no tradicionalmente propensos a los incendios a esta escala, como Alemania y el Reino Unido, están registrando récords de superficie quemada.
La lista de afectados no termina ahí: Francia, que vio uno de sus incendios más grandes en décadas, ha tenido que evacuar a miles de personas. En el sur de Italia, los fuegos han interrumpido el transporte aéreo, especialmente en Sicilia y Cerdeña, mientras que en los Balcanes, países como Albania y Montenegro también han reportado muertes y evacuaciones de aldeas enteras, requiriendo un gran despliegue de ayuda internacional.
Un desastre multifacético
El costo de esta catástrofe es inmenso y se mide en múltiples frentes. En lo que va de año, más de 450,000 hectáreas han ardido en todo el continente, una cifra que triplica la de 2024. Este dato convierte a 2025 en una de las peores temporadas de incendios de la historia reciente de Europa.
Más allá de las cifras, el impacto humano es devastador. Se han reportado múltiples muertes en países como España, Portugal y Turquía, afectando a civiles, bomberos y personal de emergencia. Miles de personas han perdido sus hogares o han sido evacuadas, y la infraestructura ha sufrido daños significativos, desde el cierre de carreteras hasta interrupciones en los servicios.
El medio ambiente también se está llevando un golpe brutal. La destrucción de vastas zonas de bosques no solo arrasa con la biodiversidad, sino que también libera grandes cantidades de dióxido de carbono a la atmósfera, alimentando el mismo ciclo de cambio climático que los está causando.
La simultaneidad de los incendios ha llevado a los servicios de emergencia a un punto de quiebre, obligando a los países a recurrir a la ayuda mutua a través del Mecanismo de Protección Civil de la UE para hacer frente a la magnitud del desastre.