El estudio fue liderado por el profesor Mark Bush de Florida Tech y la profesora Crystal McMichael.
MADRID, 14 de agosto. Un estudio revela que los habitantes de la "Ciudad Perdida de la Amazonía", en el valle del río Upano en Ecuador, cultivaron maíz y plantaron alisos durante más de un milenio, pero fueron los ocupantes posteriores, que llegaron 1200 años después, quienes alteraron drásticamente la ecología del bosque.
El estudio, liderado por el profesor Mark Bush de Florida Tech y la profesora Crystal McMichael de la Universidad de Ámsterdam, utilizó microfósiles extraídos del sedimento del lago Cormorán para ofrecer la primera visión detallada, de 2700 años, de los cambios en los paisajes del valle. Sus hallazgos han sido publicados en la prestigiosa revista Nature Communications.
Este trabajo complementa investigaciones arqueológicas previas que documentaron más de 7000 estructuras ocultas por la densa vegetación del valle de Upano, un hallazgo que ha sido apodado como la "Ciudad Perdida de la Amazonía".
"Nuestro estudio proporciona una cronología más precisa de la actividad humana en el valle. Hemos podido observar el ir y venir de personas y la alternancia de diferentes estilos de cultivo a lo largo del tiempo", explicó el profesor Bush, director del Instituto de Ecología Global de Florida Tech.
Dos oleadas de ocupación, dos impactos distintos
La civilización Upano se asentó en el valle alrededor del año 750 a. C. y prosperó durante más de 1200 años. Sin embargo, su influencia comenzó a desvanecerse hacia el año 250 d. C., hasta desaparecer por completo alrededor del 550 d. C. Los investigadores refutan la teoría de que una erupción volcánica masiva del Sangay causara el abandono, sugiriendo en cambio un declive gradual a lo largo de varios siglos.
Tras el éxodo, el bosque se recuperó y cubrió los vestigios de la civilización. Este ecosistema permaneció inalterado hasta la llegada de una nueva ola de ocupantes, cerca del año 1500 d. C. Estos pueblos también cultivaron maíz, pero su presencia en la zona fue mucho más breve, finalizando alrededor del 1800 d. C. El bosque que resurgió tras su partida era notablemente diferente: estaba lleno de altas palmeras, una característica que no se había observado en los milenios anteriores.
Los autores del estudio concluyen que la combinación del cambio climático y la actividad humana ha moldeado los bosques actuales del valle del río Upano. La investigación demuestra que, a pesar de su apariencia salvaje y natural, estos bosques tienen una forma y composición que solo ha existido durante aproximadamente 200 años.
El hallazgo no solo arroja luz sobre el pasado de una civilización olvidada, sino que también subraya la profunda y duradera huella que la actividad humana puede dejar en los paisajes, incluso en los más remotos.