Un informe alerta sobre la pérdida de 111,7 millones de hectáreas en cuatro décadas
Brasil. – Entre 1985 y 2024, Brasil ha visto desaparecer 111,7 millones de hectáreas de áreas naturales, un territorio similar al de Bolivia. El dato, difundido este miércoles por la red académica MapBiomas, refleja el impacto combinado de la expansión agrícola y la presión de fenómenos meteorológicos extremos sobre los ecosistemas del país.
Hace casi 40 años, el 80% del territorio brasileño conservaba su vegetación nativa. Hoy, ese porcentaje se reduce al 65%. La diferencia se ha volcado principalmente hacia el uso agropecuario: un 32% del suelo nacional está ocupado por pastos y cultivos.
La selva y los bosques tropicales han cargado con la mayor parte del costo ambiental. Desde 1985, han desaparecido 62,8 millones de hectáreas de estas áreas, muchas de ellas sustituidas por pastizales para ganado o tierras agrícolas. El avance es contundente: los pastos aumentaron un 68%, ocupando 62,7 millones de hectáreas adicionales, y la agricultura creció un 236%, sumando 44 millones de hectáreas nuevas.
El cambio se percibe también a nivel municipal. En 1985, menos de la mitad de los municipios brasileños (47%) tenían a la agricultura como uso predominante de su territorio. Hoy, ese porcentaje llega al 59%.
En las últimas dos décadas, Brasil se consolidó como potencia agrícola y uno de los principales exportadores mundiales de alimentos. Sin embargo, este crecimiento ha coincidido con una pérdida acelerada de biomas. “La intensidad de ocupación de estas décadas no tiene precedentes”, advirtió Tasso Azevedo, coordinador de MapBiomas.
El informe plantea un desafío urgente para las políticas públicas: cómo mantener la producción agrícola y ganadera sin seguir erosionando la base natural que la sostiene. Azevedo subrayó la necesidad de priorizar la restauración de áreas degradadas y reforzar la protección de los territorios que aún mantienen su vegetación original.
La advertencia llega en un momento en que los extremos climáticos —sequías más prolongadas, lluvias más intensas y olas de calor inéditas— complican aún más la preservación ambiental. La combinación de presión humana y cambios en el clima está reduciendo la capacidad de regeneración natural de los ecosistemas.
El caso brasileño se convierte así en un espejo para otros países con grandes reservas naturales: el reto de equilibrar el desarrollo económico con la conservación ambiental no es exclusivo de la Amazonía, pero en este territorio, la escala y la velocidad del cambio hacen que la ventana de acción sea cada vez más estrecha. Con datos de la agencia Xinhua.