El pianista y pionero del jazz latino falleció a los 88 años en Nueva Jersey
Eddie Palmieri falleció el martes 6 de agosto en su hogar en Nueva Jersey, a los 88 años, luego de luchar durante meses contra una enfermedad que lo mantuvo alejado del escenario. Su muerte marca el fin de una era, pero su música seguirá sonando con la fuerza de siempre, en cada trombón, en cada piano, en cada descarga que lleve su firma.
No pasó una hora sin que las redes sociales se inundaran de mensajes de despedida. Víctor Manuelle, La India, Bobby Cruz y tantos otros artistas con los que compartió tarima o inspiración, reaccionaron con profundo dolor. No era solo un músico: era un referente, un faro cultural, un revolucionario del sonido afrolatino.
Palmieri fue mucho más que un pianista virtuoso. Fue un innovador radical, un compositor arriesgado y un arquitecto sonoro que entendió la salsa no como fórmula, sino como laboratorio.
En 1961 el destacado músico fundó La Perfecta, una agrupación que rompió moldes al reemplazar las trompetas tradicionales por trombones, dándole a la salsa un peso y una fuerza rítmica que la acercó al jazz y la alejó del cliché.
Uno de sus discos más emblemáticos, Azúcar Pa’ Ti (1965), no solo se convirtió en clásico inmediato, sino que fue reconocido como pieza de valor cultural por la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos.
La experimentación musical de palmieres siempre estuvo a la par de un compromiso social palpable, especialmente en obras como Harlem River Drive, donde mezcló funk, soul y salsa con un mensaje político claro: la música también habla de injusticia y esperanza.
Palmieri fue el primer artista latino en recibir un premio Grammy, en 1975, por The Sun of Latin Music. No se detuvo ahí. En total ganó entre ocho y diez premios Grammy, además de distinciones honoríficas como el Lifetime Achievement Award y el premio a la Excelencia Musical de la Academia Latina de la Grabación.
Colaboró con gigantes como Tito Puente, Cachao, Cheo Feliciano, Cal Tjader y, por supuesto, con su eterna amiga La India. Cada uno de esos encuentros fue más que una alianza: fue una explosión musical que alimentó generaciones.
Lo cierto es que hablar de Eddie Palmieri es hablar de un creador incansable, de un genio que supo moverse con soltura entre la salsa dura y el jazz más sofisticado, entre el guaguancó y la experimentación sonora.
Su piano, siempre enérgico, era casi percusivo. Golpeaba las teclas con la fuerza de quien sabe que lo que está tocando puede cambiar el mundo.