Una divulgadora científica explica por qué esa taza matutina no te da energía real, solo la disimula.
Durante años, millones de personas han comenzado su jornada con una taza de café, convencidas de que es un chute de energía inagotable. Sin embargo, detrás de esa aparente vitalidad se esconde un mecanismo cerebral más complejo y, en cierto modo, engañoso.
La divulgadora científica Sandra Ortonobes, conocida como La Hiperactina, ha desvelado en su último vídeo una verdad incómoda: el café no te da energía, sino que simplemente te engaña para que no sientas el cansancio.
La explicación es sencilla pero fascinante y se centra en una molécula llamada adenosina. El cerebro la produce de forma natural a medida que pasamos horas despiertos. Su función es clara: acumularse progresivamente para mandar la señal de que es hora de dormir. Es el mecanismo biológico que nos hace sentir la necesidad de descansar. Aquí es donde entra en escena la cafeína.
“La cafeína tiene una forma muy parecida a la de la adenosina”, explica Ortonobes. “Se cuela en sus receptores e impide que la adenosina haga su trabajo. Tu cerebro deja de detectar el cansancio, aunque sigas agotado por dentro”.
Es decir, la cafeína no recarga tus baterías, solo silencia la alarma del cansancio, lo que nos hace sentir más alertas sin haber repuesto las reservas físicas.
El “bajón” de cafeína y la dependencia
Esta teoría no es nueva, indica Europa Press en una reseña. El Consejo Europeo de Información sobre Alimentación (EUFIC) respalda esta explicación, detallando que la cafeína, al bloquear los receptores de adenosina, activa la liberación de neurotransmisores como la dopamina.
Así, la dopamina genera la sensación de estar más despiertos y concentrados. Un efecto que, por cierto, puede durar varias horas, ya que la vida media de la cafeína en el cuerpo es de aproximadamente cinco horas, lo que explica por qué tomar café por la tarde puede afectar al sueño.
Y la factura por este engaño llega puntualmente. El bloqueo de la adenosina es temporal, pero no la hace desaparecer. Cuando la cafeína es metabolizada y sus efectos se diluyen, toda esa adenosina acumulada ataca de golpe, provocando el conocido “bajón” del café. Es en ese momento cuando el cansancio, la falta de concentración y la somnolencia vuelven con más fuerza que antes.
Además, el consumo habitual puede generar una dependencia real. Diversas investigaciones, como una revisión publicada en la revista Psychopharmacology, señalan que dejar de consumir cafeína de manera abrupta puede provocar síntomas de abstinencia, como dolor de cabeza, fatiga e irritabilidad.
Entonces, ¿el café es malo para ti? No necesariamente. El EUFIC aclara que un consumo moderado, de hasta 400 mg al día (unas cuatro tazas), es perfectamente compatible con una dieta saludable para la mayoría de la gente.
De hecho, añade, puede tener beneficios en el rendimiento físico y la concentración. La clave, como en casi todo, está en la moderación y en escuchar a tu propio cuerpo.