Entre los rehenes hay una ciudadana irlandesa y un niño de tres años
Puerto Príncipe.- Un grupo de hombres armados irrumpió este sábado en un orfanato en Kenscoff, al sur de Puerto Príncipe, y secuestró a nueve personas, entre ellas una mujer irlandesa, un niño de tres años y siete trabajadores del centro. El orfanato, gestionado por la ONG Nos Petits Frères et Soeurs, es una de las muchas instituciones humanitarias que intentan operar en medio del caos que vive el país caribeño.
El alcalde de la comuna, Massillon Jean, confirmó la información al diario local Le Nouvelliste, recoge la agencia Europa Press Según detalló, entre los secuestrados se encuentra Gena Heraty, directora del centro y una figura muy reconocida en el ámbito humanitario de Haití, con más de dos décadas de trabajo en el país.
Una crisis que ya es estructural
El secuestro ocurre en un contexto de extrema violencia, que no ha dado tregua desde el asesinato del presidente Jovenel Moïse en julio de 2021. Aquel magnicidio no solo dejó un vacío de poder: encendió una espiral de caos que sigue creciendo. Desde entonces, la seguridad en Haití se ha deteriorado a niveles críticos, con pandillas que controlan barrios enteros y operan con impunidad.
Ariel Henry, que asumió como primer ministro tras la muerte de Moïse, renunció en marzo de 2024 luego de una ola de violencia incontrolable. En su lugar, se instaló un Consejo Presidencial de Transición con la promesa de pacificar el país y convocar elecciones. Pero los resultados han sido mínimos.
Un país sin Estado efectivo
La presencia de un contingente internacional liderado por Kenia no ha frenado la violencia. A día de hoy, bandas armadas dominan zonas urbanas clave, mientras las fuerzas de seguridad apenas pueden operar fuera de sus cuarteles. Los secuestros, extorsiones y asesinatos son cotidianos.
Según la Oficina Integrada de Naciones Unidas en Haití, solo en el segundo trimestre de 2025 murieron más de 1.500 personas por hechos violentos. De ese total, el 64% falleció durante operativos de seguridad, el 24% en manos de pandillas y el 12% por acciones de grupos de autodefensa. El informe también señala que más de 1,3 millones de personas están desplazadas internamente, atrapadas en una situación sin salida.
El secuestro como arma de poder
El caso del orfanato de Kenscoff no es aislado. El secuestro se ha vuelto un mecanismo habitual de presión y financiación para las bandas criminales. Las víctimas son tanto haitianos como extranjeros, y ningún lugar es inmune: escuelas, hospitales, iglesias, y ahora también orfanatos.
La comunidad internacional ha expresado su alarma en múltiples ocasiones, pero hasta ahora no ha logrado articular una respuesta que devuelva un mínimo de orden al país. Las iniciativas de pacificación se ven constantemente frustradas por la corrupción institucional, la falta de recursos y la fragmentación del poder.
Una llamada de auxilio que nadie responde
Lo ocurrido en Kenscoff refleja el colapso de un país que lleva años al borde del abismo. Ni la ayuda humanitaria ni los acuerdos internacionales han podido detener una violencia que ahora se extiende a los espacios más vulnerables y simbólicos, como lo es un orfanato.
Mientras la situación sigue escalando, las víctimas se multiplican, y Haití —una vez más— clama por ayuda real, no solo comunicados de preocupación.
