Estudio revela la conexión entre el consumo de pornografía y depresión, ansiedad y adicciones en jóvenes.
El uso problemático de la pornografía entre jóvenes y adolescentes es un problema de salud pública mucho más serio de lo que se pensaba. Una nueva investigación presentada en el congreso de la Sociedad Española de Patología Dual (SEPD) ha revelado una fuerte conexión entre esta conducta y un mayor riesgo de sufrir depresión, ansiedad y otras adicciones comportamentales.
El estudio, liderado por la psicóloga Gemma Mestre-Bach de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), analizó a casi mil jóvenes de entre 16 y 24 años. Los resultados son contundentes: aquellos que mostraron un uso problemático de la pornografía (UPP) presentaron puntuaciones mucho más altas en ansiedad, depresión y somatización.
Además, se identificó una mayor incidencia de otras conductas adictivas, como el consumo de alcohol, el juego patológico, la adicción a internet y a los videojuegos, las compras compulsivas y la conducta sexual problemática, reseña Europa Press.
La investigación de Mestre-Bach intenta llenar un vacío en la literatura médica, ya que los principales manuales diagnósticos de trastornos mentales (DSM y CIE) aún no reconocen el UPP como un trastorno mental independiente. Sin embargo, la última edición del CIE-11 sí incluyó el trastorno de la conducta sexual compulsiva, y dentro de este, el uso problemático de la pornografía se considera un síntoma clave.
A pesar de la falta de un diagnóstico formal, estudios internacionales ya han relacionado el UPP con otros trastornos como el déficit de atención e hiperactividad (TDAH) y el trastorno por juego de apuestas (TJ).
La evidencia sugiere que la combinación de estas conductas problemáticas agrava la situación, aumentando la probabilidad de consumo de sustancias, la impulsividad y las dificultades en la regulación emocional.
Mestre-Bach subraya que los hombres jóvenes son más propensos a desarrollar esta adicción, y que la adolescencia es una etapa particularmente vulnerable. La experta cita estudios recientes que estiman que entre el 5% y el 14% de los adolescentes y entre el 1% y el 38% de los adultos podrían desarrollar un UPP.
Ante este panorama, la Sociedad Española de Patología Dual (SEPD) hace un llamado a la acción. Los estudios indican que la co-ocurrencia de varias adicciones puede empeorar el pronóstico del tratamiento.
Por eso, Mestre-Bach insiste en la necesidad de crear programas de intervención específicos e integradores que aborden simultáneamente las adicciones comportamentales y el malestar emocional.
Aunque la investigación sobre el tratamiento del UPP es aún escasa, la terapia cognitivo conductual se muestra como una vía prometedora para reducir los síntomas y mejorar la calidad de vida.
Sin embargo, la psicóloga concluye que es fundamental seguir investigando para poder ofrecer soluciones más sólidas y efectivas a un problema de salud que afecta a una parte cada vez más grande de la población joven.