Un estudio concluye que el fenómeno tiene implicaciones en el clima global.
Un nuevo y revelador estudio ha desentrañado un mecanismo crucial que influye en nuestro clima global: la capacidad del polvo del desierto para provocar la formación de cristales de hielo en las nubes del hemisferio norte. Este hallazgo, basado en 35 años de observaciones satelitales, tiene implicaciones significativas para la precisión de las proyecciones climáticas a futuro.
Un equipo internacional de investigadores, liderado por ETH Zúrich, ha confirmado que las diminutas partículas de polvo mineral, transportadas por el viento a la atmósfera superior, actúan como catalizadores para que las gotitas de agua de las nubes se congelen.
El fenómeno es especialmente notorio en las regiones del norte, donde las nubes se forman a temperaturas ligeramente por debajo del punto de congelación. "Donde hay más polvo, es mucho más probable que las nubes se congelen en la parte superior", explica Diego Villanueva, autor principal del estudio.
Un rompecabezas climático cada vez más claro
La investigación se centró en nubes que contienen una mezcla de agua superenfriada y hielo, las cuales son comunes en latitudes medias y altas, particularmente en el Atlántico Norte, Siberia y Canadá. Los científicos han demostrado que la presencia de estos aerosoles de polvo es un factor determinante para la glaciación de estas nubes.
Al analizar la frecuencia de las nubes de hielo en relación con los niveles de polvo, los investigadores encontraron un patrón sorprendentemente consistente: a mayor cantidad de polvo y nubes más frías, más frecuente es la formación de hielo.
Este patrón coincide a la perfección con los experimentos de laboratorio, una conexión que la profesora Ulrike Lohmann, coautora del estudio, celebra. "Este es uno de los primeros estudios que demuestra que las mediciones satelitales de la composición de las nubes coinciden con lo que sabemos en el laboratorio", señala.
La importancia de este descubrimiento radica en su impacto directo sobre el clima. La forma en que las nubes se congelan afecta la cantidad de luz solar que reflejan de vuelta al espacio y la cantidad de agua que liberan en forma de precipitación, dos factores clave para los modelos climáticos.
Hasta ahora, la glaciación de las nubes a escala global era uno de los puntos más inciertos de estas proyecciones. Con estos nuevos datos, los científicos tienen un punto de referencia sólido que mejora la fiabilidad de sus modelos.
Impacto a gran escala
El estudio revela el enorme impacto que pueden tener partículas de polvo de tamaño nanométrico en la atmósfera. Estos minúsculos defectos en la superficie de las partículas de polvo desencadenan un proceso que culmina en la formación de cristales de hielo a escala kilométrica.
El hallazgo amplía el alcance de la investigación atmosférica, conectando la microescala de los aerosoles con las observaciones a gran escala desde el espacio.
No obstante, los investigadores señalan que la conexión entre el polvo y el hielo no es uniforme en todo el planeta. En regiones como el Sahara, la escasez de nubes y el aire caliente pueden suprimir este efecto, y en el hemisferio sur, los aerosoles marinos a menudo cumplen la misma función que el polvo.
El equipo de investigación destaca la necesidad de seguir investigando para comprender cómo otros factores, como la humedad o las corrientes de aire, influyen en la glaciación de las nubes.
Por ahora, una cosa es segura: el polvo proveniente de desiertos lejanos desempeña un papel activo y crucial en la formación de nubes y, por lo tanto, en el futuro de nuestro clima.