La actividad manufacturera rompe seis meses de crecimiento por demanda estancada y aranceles.
NUEVA YORK. La racha alcista de la industria manufacturera estadounidense ha llegado a su fin. En julio, la actividad del sector se contrajo por primera vez en seis meses, una señal de alarma que rompe un periodo de crecimiento sostenido. Según el índice de gerentes de compras (PMI) de S&P Global, la cifra se desplomó de 52.9 a 49.8 puntos, un retroceso que indica un empeoramiento de las condiciones operativas.
El diagnóstico de S&P Global es claro: la desaceleración se debe a un estancamiento de la demanda y a la persistente sombra de la incertidumbre arancelaria.
Las políticas comerciales de la Administración Trump han sembrado desconfianza en el sector, impactando no solo las ventas internacionales, sino también la confianza general de los empresarios. La consecuencia directa de esta inseguridad ya se está sintiendo en la fuerza laboral, con un aumento de los despidos en el sector.
El control de inventarios también ha jugado un papel clave en este declive. Durante los meses previos, especialmente en mayo y junio, muchas empresas acumularon existencias para adelantarse a los posibles aumentos de precios de las importaciones que se esperaban por los aranceles. Ahora, con la incertidumbre aún en el aire, esa acumulación ha cesado, contribuyendo a la contracción del entorno manufacturero.
A pesar de este panorama, hay matices en el frente de los precios. Los insumos siguieron encareciéndose "considerablemente", un efecto directo de los aranceles. Sin embargo, el aumento se moderó en comparación con el pico de casi tres años que se alcanzó en junio.
En contraste, los precios de venta continuaron su marcha al alza, registrando su segunda mayor subida desde finales de 2022. Esto sugiere que, a pesar de la debilidad de la demanda, las empresas están logrando trasladar los mayores costos de producción al consumidor final.
Chris Williamson, economista jefe de S&P Global Market Intelligence, lo resume bien: "En julio se produjo el primer deterioro de las condiciones operativas del sector manufacturero desde diciembre pasado, ya que las preocupaciones por los aranceles continuaron dominando el entorno empresarial".
Williamson también apunta a que las empresas, que ya habían acumulado inventarios por la incertidumbre, ahora ven una menor demanda, especialmente del extranjero, un factor que se suma al efecto inflacionista de los impuestos al comercio.
La caída del PMI de julio no es solo un número; es un síntoma de que la economía manufacturera de Estados Unidos está navegando en aguas turbulentas. La combinación de una demanda interna y externa que se enfría, sumada a la inestabilidad de las políticas arancelarias, ha roto el impulso positivo que el sector venía disfrutando.