Un nuevo estudio revela errores en ideas clave sobre su musculatura
El celacanto siempre ha sido una rareza. Conocido como “fósil viviente” por conservar rasgos casi intactos desde hace más de 65 millones de años, parecía una pieza ya entendida del rompecabezas evolutivo. Pero no. Aún guarda secretos que pueden cambiar la historia de cómo surgieron los vertebrados escribe André Julião para Agência FAPESP de Brasil
Un nuevo estudio, publicado en Science Advances, desmantela parte de lo que creíamos saber sobre su anatomía. Investigadores de la Universidad de São Paulo (USP) y del Smithsonian Institution analizaron con detalle la musculatura del cráneo del celacanto africano (Latimeria chalumnae), y el hallazgo fue contundente: el 87 % de las supuestas innovaciones musculares evolutivas antes atribuidas a esta especie eran incorrectas.
“El celacanto es incluso más parecido a tiburones y tetrápodos de lo que pensábamos. Y más distinto aún de los peces de aletas radiadas, que hoy son la mayoría de los vertebrados vivos”, explica Aléssio Datovo, del Museo de Zoología de la USP y autor principal del estudio.
Uno de los errores clave tenía que ver con músculos supuestamente presentes en la cavidad bucofaríngea —el canal que conecta boca y faringe, clave para alimentarse y respirar. Resulta que no eran músculos, sino ligamentos. Y los ligamentos, a diferencia de los músculos, no se contraen.
Esto cambia mucho. Durante años se pensó que esta estructura muscular, que permite a muchos peces succionar alimento (como lo hacen las carpas), había evolucionado temprano en los vertebrados óseos. Pero el estudio demuestra que eso no ocurrió hasta al menos 30 millones de años después, en el linaje de los peces de aletas radiadas.
El celacanto, lejos de estar “atrapado en el tiempo”, sigue siendo clave para entender la evolución. No como una reliquia estática, sino como una pieza activa que obliga a reescribir capítulos completos de la historia natural.