El megadestello superó al récord anterior por más de 60 kilómetros
Un solo relámpago, con la fuerza de la naturaleza y la precisión de un bisturí eléctrico, cruzó 829 kilómetros del cielo estadounidense, marcando así un nuevo récord mundial para el rayo más largo jamás registrado.
El evento, que tuvo lugar en octubre de 2017, fue confirmado recientemente por la Organización Meteorológica Mundial (OMM), luego de un análisis detallado de imágenes satelitales, reseña Europa Press.
El rayo atravesó desde el este de Texas hasta las cercanías de Kansas City, en una trayectoria que, en términos europeos, sería como viajar desde París hasta Venecia.
Un automóvil tardaría cerca de nueve horas en recorrer esa distancia. Un avión comercial lo haría en poco más de una hora y media. Pero el rayo lo logró en cuestión de milisegundos, desafiando todas las escalas humanas de tiempo y distancia.
El Comité de Extremos Meteorológicos y Climáticos de la OMM, responsable de mantener los registros oficiales de eventos climáticos extremos, certificó este destello como el más largo jamás observado. Para ello, se valió de los avances tecnológicos en sensores satelitales, en especial del satélite geoestacionario GOES-16 de la NOAA, que fue clave para detectar la magnitud de este fenómeno.
Lo curioso es que este megadestello no fue detectado en el análisis inicial de la tormenta de 2017. Solo años después, gracias a un reexamen más minucioso con herramientas más avanzadas, los expertos lograron identificarlo.
El hallazgo fue publicado en el Boletín de la Sociedad Meteorológica Americana, donde se destacó su carácter excepcional.
61 kilómetros más largo que el récord anterior, este nuevo relámpago deja atrás la marca de 768 kilómetros registrada en abril de 2020, también en el sur de Estados Unidos.
Ambos fenómenos ocurrieron en lo que los meteorólogos conocen como puntos calientes de tormentas eléctricas, dentro de los llamados Sistemas Convectivos de Mesoescala (SCM), estructuras atmosféricas masivas que permiten condiciones propicias para descargas eléctricas de gran extensión.
Las Grandes Llanuras de América del Norte —amplias, abiertas y propensas a la actividad tormentosa— siguen siendo el escenario favorito para estos eventos extremos. Allí, el cielo no solo ruge: se estira con electricidad por cientos de kilómetros.
La OMM subraya que este tipo de récords no solo sirven como curiosidades científicas, sino que también son vitales para comprender los riesgos asociados a tormentas eléctricas intensas, especialmente en zonas pobladas o con infraestructura sensible.
"No se trata de un rayo cualquiera", advierten los expertos. Es un fenómeno que nos recuerda que, por más tecnología que tengamos, la naturaleza siempre guarda una sorpresa electrizante.