La enfermedad mata a 1,3 millones de personas cada año, principalmente por sus complicaciones hepáticas
La hepatitis mata cada 30 segundos. Y lo más grave es que esas muertes pueden evitarse. Con ese mensaje, la Organización Mundial de la Salud (OMS) sacudió al mundo durante la conmemoración del Día Mundial contra la Hepatitis, haciendo un llamado urgente a los gobiernos para acelerar la respuesta global ante esta amenaza silenciosa pero mortal.
El director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, fue tajante: “Tenemos los medios para frenar esta enfermedad, pero seguimos perdiendo vidas cada medio minuto”. Se refería a las formas más peligrosas del virus —las hepatitis B, C y D— que, a diferencia de las A y E, pueden volverse crónicas y derivar en cirrosis, insuficiencia hepática o cáncer de hígado.
Actualmente, más de 300 millones de personas en el mundo viven con hepatitis B, C o D. La enfermedad mata a 1,3 millones de personas cada año, principalmente por sus complicaciones hepáticas, muchas veces sin que los afectados siquiera sepan que están infectados.
La hepatitis D entra a la lista negra
En un anuncio clave, el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (CIIC) confirmó que el virus de la hepatitis D es cancerígeno para los humanos, al igual que los virus B y C. Este virus, que solo afecta a quienes ya tienen hepatitis B, multiplica entre dos y seis veces el riesgo de desarrollar cáncer de hígado.
El director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, fue tajante: “Tenemos los medios para frenar esta enfermedad, pero seguimos perdiendo vidas cada medio minuto”.
La OMS lo considera un punto de inflexión. Según la Dra. Meg Doherty, directora del Departamento de Ciencia para la Salud en la OMS, este reconocimiento ayudará a reforzar los programas de detección temprana, ampliar el acceso a tratamientos innovadores y, sobre todo, a sensibilizar sobre un virus del que se habla poco, pero que puede ser devastador.
Avances lentos pero significativos
Hay buenas noticias: cada vez más países adoptan estrategias nacionales contra la hepatitis. En 2025, 123 países contaban con planes de acción, frente a 59 en años anteriores. Además, la detección en embarazadas por hepatitis B pasó de 106 a 129 países, y 147 naciones ya aplican la vacuna neonatal contra la hepatitis B, un paso clave en la prevención.
Sin embargo, las cifras duras del Informe Mundial sobre Hepatitis 2024 muestran que queda mucho por hacer. Solo el 13 % de los infectados con hepatitis B y el 36 % con hepatitis C estaban diagnosticados en 2022. Y en cuanto a tratamiento, las cifras son peores: apenas el 3 % para hepatitis B y el 20 % para hepatitis C, muy por debajo de las metas fijadas para 2025 (60 % diagnosticados y 50 % tratados).
La integración de servicios de hepatitis en los sistemas de salud es desigual:
- Solo 80 países la incluyen en atención primaria,
- 128 en programas de VIH,
- Y apenas 27 la han integrado en centros de reducción de daños.
El reto: pasar del discurso a la inversión
Según la OMS, si los países aumentan la inversión local, eliminan barreras de acceso y reducen el estigma, se podrían evitar 9,8 millones de nuevas infecciones y salvar 2,8 millones de vidas de aquí a 2030. Pero el tiempo corre.
Las hepatitis virales siguen siendo una amenaza subestimada, a pesar de que hay vacunas, pruebas y tratamientos eficaces. Lo que falta es voluntad política, presupuesto y compromiso real. Porque la próxima víctima puede ser alguien que ni siquiera sabe que está enfermo.