Una joven fue asesinada por su pareja y la comunidad hizo justicia por mano propia
Los hechos de violencia no dan tregua en República Dominicana, y esta vez fue el barrio Capotillo, en el Distrito Nacional, el escenario de una tragedia que dejó dos muertos y una comunidad enardecida.
La madrugada del lunes, Nesla Garson, una joven haitiana de apenas 19 años, fue brutalmente asesinada dentro de su vivienda. El presunto agresor, su pareja sentimental, un joven identificado como Galberto Morlán, de 22 años, no logró huir. Antes de que la Policía pudiera arrestarlo, una multitud enfurecida lo linchó en plena calle, cegada por la indignación.
Según el vocero de la Policía Nacional, coronel Diego Pesqueira, el joven fue golpeado por residentes del sector hasta provocarle la muerte. La turba lo atacó con tal ferocidad que, cuando lo trasladaron al hospital José Francisco Moscoso Puello, ya era demasiado tarde. Murió antes de recibir atención médica.
La tragedia comenzó pasada la medianoche del domingo, en la calle Caonabo, parte baja de Capotillo.
Según las primeras pesquisas del Departamento de Investigaciones Criminales (DICRIM), la joven presentaba golpes severos en el cráneo y el rostro, signos inequívocos de una agresión brutal.
En la escena, la Policía recogió como evidencia una maceta con mango amarillo, presumiblemente utilizada en el ataque.
El hermano del presunto agresor fue quien alertó a las autoridades. Contó que fue el dueño de la vivienda donde residía Galberto quien lo llamó para avisarle del hecho. Al llegar al lugar, aún encontró a su hermano con vida, pero malherido, y trató de salvarlo llevándolo al hospital.
"Ambos fallecimientos se encuentran bajo investigación", informó Pesqueira en una rueda de prensa desde la sede policial.
Mientras tanto, el hermano del agresor permanece bajo custodia para fines de investigación, aunque no se le ha vinculado directamente con los hechos. Las autoridades tratan de reconstruir lo ocurrido con precisión, en medio del caos y la tensión que dejó este doble crimen.
Este caso, tan desgarrador como revelador, pone sobre la mesa la creciente frustración social ante los feminicidios y la percepción de impunidad. En Capotillo, la comunidad actuó sin esperar al sistema judicial.
Lo que debía ser un proceso en manos de la justicia, terminó en linchamiento. Una tragedia con dos víctimas, dos familias destruidas.
El caso sigue bajo investigación