Israel niega crisis alimentaria mientras crecen las muertes y críticas
Gaza muere de hambre. Mientras las cifras oficiales reportan 147 fallecidos por desnutrición, Israel insiste en que todo es una “mentira descarada”. El choque entre los datos que emergen desde hospitales colapsados y el discurso político de Tel Aviv crece a medida que se agrava la catástrofe humanitaria en la Franja.
Solo en las últimas 24 horas, 14 personas perdieron la vida por falta de alimentos, entre ellas un bebé, Mohamed Ibrahim Adas, que no resistió en el Hospital Al Shifa, según reportes médicos recogidos por la agencia palestina WAFA.
La mayoría de los fallecidos son niños y bebés, cuyas familias llevan meses atrapadas sin acceso a agua potable ni suministros básicos.
Israel, por su parte, rechaza de forma categórica que exista una política de hambruna deliberada. “No hay hambre en Gaza. Permitimos la entrada de ayuda humanitaria durante toda la guerra. Si no fuera así, no quedaría nadie allí”, dijo el primer ministro Benjamin Netanyahu, este domingo, durante un encuentro con la pastora estadounidense Paula White-Cain.
Las declaraciones llegan en medio de un creciente repudio internacional. Organizaciones humanitarias y gobiernos han denunciado la situación extrema que viven los civiles en Gaza, donde más de 59,800 personas han muerto desde el inicio de la ofensiva israelí en octubre de 2023.
Netanyahu apuntó directamente a Hamás, al que acusa de “robar la ayuda” que Israel permite pasar y de usarla para alimentar su propaganda. También responsabilizó a Naciones Unidas y a las ONG que operan en la zona por supuestamente no distribuir la asistencia correctamente debido a los combates.
Mientras tanto, las cifras siguen subiendo. El Ministerio de Sanidad gazatí, controlado por Hamás, advierte que el número de víctimas por desnutrición no solo aumenta, sino que se está acelerando. En su último balance, 88 niños figuran entre los muertos por hambre, un dato que ha estremecido a la opinión pública mundial.
El Ejército israelí anunció durante el fin de semana una serie de “pausas humanitarias” de diez horas y la habilitación de rutas seguras permanentes para la entrada de ayuda.
También retomaron los polémicos lanzamientos aéreos de paquetes de alimentos, que han sido criticados por su ineficacia y el riesgo de que caigan en zonas peligrosas o inaccesibles.
Netanyahu, en un intento por proteger la imagen de su gobierno, defendió su rol como “guardián del cristianismo en Oriente Medio”, pese al ataque lanzado días atrás contra la Iglesia de la Sagrada Familia, la única católica en Gaza, en el que murieron tres personas y un sacerdote resultó herido.
En sus palabras, Israel lucha por “la libertad y la vida humanas”, y no se detendrá hasta “liberar a los rehenes” y “destruir la infraestructura militar y de gobierno de Hamás”. Para él, los datos sobre desnutrición, las denuncias de las ONG y las imágenes de niños famélicos son parte de una “campaña de mentiras” orquestada por extremistas islámicos.
Mientras se repiten los comunicados oficiales y las defensas políticas, la realidad en Gaza es otra: niños muriendo de hambre, hospitales colapsados, ayuda que no llega, y una comunidad internacional que empieza a elevar el tono, aunque tarde.
Todo indica que la muerte de Mohamed, el bebé en Al Shifa, no será la última. El hambre ya no es una amenaza en Gaza. Es una sentencia. Con datos de Europa Press.
