Francis Ferre, alias “el Chino” recibe 10 años de cárcel tras atracar en Santo Domingo Este.
Una noche de enero, el miedo de muchos conductores se volvió realidad. en este caso a Carmen Josefina Reyes y Wellington García Toribio quienes vivieron uno de esos episodios que muchos temen: quedarse sin combustible en plena vía y terminar en manos de delincuentes.
El hecho ocurrió en El Cachón de la Rubia, en el municipio Santo Domingo Este, cuando la pareja se vio obligada a detener su vehículo y fue abordada por dos hombres armados en una motocicleta.
El asalto no solo fue violento, sino que terminó por dejar a las víctimas sin tres cadenas con medallas, una cartera con 15 mil pesos en efectivo, un teléfono celular y una tarjeta de crédito que los delincuentes usaron para extraer 800 dólares.
Todo esto bajo la amenaza de pistolas. Pero lo que parecía un crimen más que quedaría impune, dio un giro.
Uno de los responsables, identificado como Francis Ferre, alias “el Chino”, fue arrestado días después, gracias a las imágenes captadas por las cámaras de seguridad de la zona.
Aunque su cómplice sigue prófugo, Ferre fue procesado por el Ministerio Público, que logró presentar pruebas contundentes para asegurar una condena ejemplar.
Durante el juicio, los fiscales Evelyn Peña y Alexis Casado, con el apoyo del expediente levantado por la fiscal investigadora Flor Jiménez, demostraron que Ferre actuó en asociación para cometer un robo agravado con armas de fuego
El delito violaba los artículos 265, 266, 382 y 383 del Código Penal Dominicano, y los artículos 66 y 67 de la Ley 631-16 sobre armas.
El veredicto lo dictó el Primer Tribunal Colegiado de Santo Domingo Este, compuesto por las juezas Elizabeth Esperanza Rodríguez Espinal (presidenta), Flor E. Batista Polo y el juez José Leonel Asencio Quezada. La sentencia fue clara: 10 años de prisión para Francis Ferre, quien deberá cumplir la condena en el Centro de Corrección y Rehabilitación Najayo Hombres, en San Cristóbal.
Este caso deja varias lecciones sobre la inseguridad urbana y la vulnerabilidad de quienes se enfrentan a fallos mecánicos o imprevistos en la calle. Pero también muestra que, con pruebas bien documentadas y acción judicial eficaz, la impunidad no siempre tiene la última palabra.
Mientras tanto, continúa la búsqueda del segundo implicado. La justicia, al menos en parte, ha comenzado a hacerse sentir.