Residentes de Mil Flores y MATRISA denuncian derrames que afectan el agua
SANTO DOMINGO ESTE.– Lo que empezó como una sospecha silenciosa, hoy se ha convertido en un grito colectivo. Residentes de los sectores Mil Flores y María Trinidad Sánchez (MATRISA) se plantaron este fin de semana frente a la estación de combustible “Nativa”, para exigir su cierre inmediato debido al derrame de gasolina que, aseguran, ha contaminado los pozos de agua subterránea que abastecen a más de un centenar de hogares.

Según denuncian, el problema lleva meses agravándose y ha hecho imposible el uso del agua para las tareas más básicas: ni bañarse, ni lavar, ni cocinar. La irritación en la piel y el fuerte olor a combustible han sido las señales más claras de que algo anda muy mal.
“Hay un tanque pinchado ahí dentro y eso está dañando nuestras bombas sumergibles. El agua ya no sirve ni para tocarla”, contó Lorenzo Acosta, presidente de la Junta de Vecinos de MATRISA.
Los comunitarios han agotado todos los canales posibles: cartas al Ministerio de Medio Ambiente, a la CAASD, al Ayuntamiento de Santo Domingo Este y hasta al propio presidente de la República. “Todo el mundo sabe lo que está pasando aquí, pero nadie actúa. Medio Ambiente vino, recogió una muestra de agua y no volvieron más”, lamentó Acosta.
Ángel Ortiz, presidente de la Junta de Vecinos de Mil Flores, explicó que la contaminación no fue inmediata, sino progresiva. “Primero el agua empezó a oler raro, después salía con residuos. Hoy en día está completamente inutilizable. Las mujeres no pueden lavar, ni limpiar, ni nada”, denunció.
Los vecinos aseguran que han intentado dialogar con los dueños de la estación, quienes también operan bajo la marca Credigas, pero que han recibido respuestas evasivas y una actitud de indiferencia. “Nos tratan como si estuviéramos pidiendo un favor, y esto es una emergencia de salud pública”, expresó indignada Francis Graciano, residente afectada.
La situación económica también se ha vuelto insostenible. Las familias deben comprar camiones de agua potable que cuestan hasta dos mil pesos. “Eso no es justo. El Estado debería garantizarnos agua segura. No tenemos por qué estar pagando por lo que nos corresponde”, sostuvo Amparo Lacai, otra vecina que, además, recordó los accidentes provocados por negligencia en estaciones de combustible en otros puntos del país.
A pesar de las múltiples denuncias y la clara afectación a la salud de los residentes, la estación “Nativa” sigue operando con normalidad. Los comunitarios insisten en que ya no están dispuestos a seguir esperando respuestas vacías.
“Nos cansamos de promesas. Queremos soluciones. No podemos permitir que esta bomba siga funcionando mientras envenena nuestra única fuente de agua”, concluyó Francis Graciano.
Más de cien familias siguen luchando por algo tan elemental como el derecho al agua limpia, mientras las autoridades, hasta ahora, miran para otro lado.