Cultura celebró sus trayectorias antes del relanzamiento sinfónico juvenil
Santo Domingo.- La noche del sábado en el Teatro Nacional no fue una más en el calendario cultural. Bajo las luces cálidas de la sala Carlos Piantini y el murmullo expectante del público, el Ministerio de Cultura rindió homenaje a cinco figuras esenciales del arte dominicano que, además de marcar caminos en sus respectivas disciplinas, han sabido equilibrar la creación con la paternidad: una vida de escenario y de hogar.
La ceremonia comenzó con una ovación que no fue de cortesía, sino de sincera admiración. Augusto Feria, Edilio Paredes, Frank Lendor, Freddie Cabral y Francisco “Cuqui” Batista fueron los protagonistas de un emotivo reconocimiento por sus aportes al alma cultural del país. El ministro de Cultura, Roberto Ángel Salcedo, encabezó el acto, acompañado por el viceministro Amaury Sánchez, en una velada que también marcó el relanzamiento de la Orquesta Sinfónica Juvenil Nacional.
Cada nombre resonó con historia propia.
Augusto Feria, con su voz firme y pausada, agradeció desde el escenario el reconocimiento. Actor, dramaturgo y defensor incansable del teatro como expresión de identidad, fue celebrado tanto por su obra como por su ejemplo como padre y mentor. “El arte también se hereda con el ejemplo”, dijo, dejando en el aire una reflexión poderosa.
El turno de Freddie Cabral fue igual de conmovedor. Maestro de escultores y sembrador de sensibilidad en el aula, su testimonio recordó la importancia de crear con amor y compartir con generosidad. Junto a su esposa, compañera también en el proyecto cultural que comparten, ha tejido una vida donde el arte y la familia se entrelazan sin fisuras.
Frank Lendor, esa voz grave que ha llenado salas dentro y fuera del país, fue reconocido no solo por su brillante carrera como bajo-barítono, sino por los valores que ha sembrado en su hogar: disciplina, honestidad y amor por la belleza. Aplaudido de pie, se notó en su rostro una mezcla de gratitud y humildad que conmovió a muchos.
La guitarra de Edilio Paredes —leyenda viva de la bachata— no sonó esa noche, pero su legado fue palpable. Como pionero de un género hoy mundial, y padre de tres músicos que siguen su rastro, Paredes representa esa rara estirpe de artistas que logran que la música corra por la sangre. “Lo que uno ama, se siembra en los hijos”, comentó con sonrisa serena.
Y luego, Cuqui Batista. A sus cien años, su figura impone sin necesidad de alzar la voz. Arquitecto, urbanista y humanista del espacio, su vida es un mapa de compromiso, ética y visión. Su familia y sus obras siguen siendo testigos de esa lucidez que, a pesar del tiempo, no pierde fuerza.
Tras los aplausos y la entrega de placas, la Orquesta Sinfónica Juvenil Nacional ofreció un concierto vibrante, como símbolo del relevo que se gesta con esfuerzo y visión. Con esta gala, el Ministerio de Cultura y la Fundación Filarmonía inauguraron una nueva etapa para el Programa Nacional de Orquestas, Bandas y Coros Juveniles e Infantiles.
Una noche de aplausos sinceros, legado vivo y una cultura que no olvida a quienes la hacen posible desde el arte… y desde casa.