Frenan el intento del presidente Lai de expulsar a legisladores pro-China en una votación con alta participación ciudadana.
En una contundente respuesta ciudadana, los taiwaneses votaron este sábado contra la destitución de 24 legisladores del Kuomintang (KMT), el partido opositor de línea más favorable al acercamiento con China. La medida, impulsada desde el oficialismo, pretendía sacudir el equilibrio del Parlamento, pero terminó reforzando el control opositor sobre la cámara legislativa.
De las 24 circunscripciones sometidas a votación, 23 rechazaron la expulsión de sus representantes, según informó la Comisión Electoral Central, que recoge Europa Press.
La jornada también incluyó un referéndum local en Hsinchu, donde la alcaldesa Ann Kao —suspendida por acusaciones de plagio y corrupción— logró conservar su puesto.
El intento de revocatoria fue impulsado por sectores cercanos al presidente Lai Ching Te, del Partido Progresista Democrático (PPD), como parte de un llamado “movimiento cívico” para frenar lo que califican como avances de intereses chinos en el corazón político de Taiwán. Sin embargo, la votación reflejó una ciudadanía más inclinada a preservar el equilibrio institucional que a seguir los llamados del Ejecutivo.
Desde su derrota en las legislativas de enero, el PPD ha gobernado con el Parlamento en contra. El Kuomintang obtuvo 52 de los 113 escaños del Yuan Legislativo, uno más que los 51 del oficialismo, y ha liderado reformas para recortar el gasto militar, limitar el alcance del Tribunal Constitucional y redistribuir fondos a gobiernos locales —la mayoría de ellos controlados por la oposición—.
La votación de este sábado se convirtió en una suerte de referéndum sobre la gestión del presidente Lai, quien tras asumir en mayo ha enfrentado un Parlamento que bloquea gran parte de su agenda.
De las 24 circunscripciones sometidas a votación, 23 rechazaron la expulsión de sus representantes, según informó la Comisión Electoral Central.
El revés sufrido ahora refuerza la posición del KMT y de su aliado, el Partido Popular de Taiwán, que fue fundado por el exalcalde de Taipéi, Ko Wen-je, y al que pertenecía Ann Kao antes de abandonar la agrupación por su escándalo.
Lin Yu Chang, secretario general del PPD, reconoció que el resultado representa “una lección” para su partido, aunque insistió en que el KMT sigue actuando como “una cuña china” para desestabilizar a la isla.
Aseguró que el movimiento cívico detrás de la consulta fue una “expresión legítima del rechazo al comunismo” y una “defensa activa de la soberanía nacional”.
En contraste, el presidente del Parlamento, Han Kuo Yu, celebró el resultado como “una muestra clara de confianza del pueblo en la democracia” y agradeció a los votantes por su “sabiduría y valentía”.
Advirtió, sin embargo, que el uso excesivo de mecanismos de revocatoria podría convertirse en “un peligro para la estabilidad constitucional de Taiwán”.
Más de 6,7 millones de ciudadanos participaron en la jornada, una cifra significativa que subraya el alto grado de movilización política que vive la isla. Una segunda ronda de votación está programada para el 23 de agosto, cuando otros siete legisladores enfrentarán procesos similares.
En el trasfondo, el dilema central persiste: cómo navegar entre las tensiones con China y preservar una democracia que los taiwaneses sienten cada vez más como propia. La votación de este sábado ha dejado claro que, por ahora, el camino no será marcado por purgas políticas sino por el pulso ciudadano.