No desperdició nunca ocasión para rendirle honor al trabajo, fuera este el de modificar o construir casitas.
No fue a escuela, aunque aprendió lo mínimo para desenvolverse en la vida. Y de esta y en esta sobresalió como pocos, debido a su esfuerzo, compromiso y responsabilidad en cualquiera de las tantas tareas que debió enfrentar.
Fue ‘un caballo’ trabajando., fue un ‘garrote’ en la tarea diaria., fue un ejemplo inmortal para todos, y muy en especial para sus hijos, sobrinos y vecinos.
Laboró en el campo y luego en la ciudad, desde que naciera el 4 de noviembre de 1901 en Santiago de los Caballeros. Quizásno fue uno de esos caballeros, pero sí mejor y más ingenioso que algunos de ellos.
No desperdició nunca ocasión para rendirle honor al trabajo, fuera este el de modificar o construir casitas, camas, muebles, artículos eléctricos, plomería, pintura y picar piedras. Y hasta ‘inventó’ los arbolitos de Navidad que desde octubre hasta diciembre se hacían en un ‘taller improvisado’ en el patio de su casa. Esta era la época de mayor esplendor económico para toda la familia, pues todos trabajaban, incluyendo a hijos menores. La esposa amada, querida y respetada por todos se encargaba de los quehaceres domésticos, tarea importante.
Verdadero hombre de trabajo lleno de dignidad y paciencia.
Sin haber estudiado, ayudó a sus hijos y a muchos otros a hacerlo, pues entendía que prepararse aseguraba el futuro.
Tuvo una docena de hijos, tres hembras incluidas, que le dieron más inspiración a su alma para nunca fallarles.
Siempre fue a donde quiera que le invitaban a trabajar, aunque nunca conoció un cuartel militar o un destacamento policial por ninguna razón.
Alzó vuelo un día hacia Nueva York junto a esposa e hijos menores, para juntarse con los mayores que ya estaban en esa ciudad norteamericana. Y allí trabajó, ya con mucha edad, cual si fuera un joven en busca de fortuna.
No le importó el frio ni el calor, ni el idioma que nunca aprendió ni las caras nuevas que conoció: solo el trabajo que le permitiera ganar ‘algo’ para llevarlo a su hogar.
Nacido en Jánico, Santiago, el 4 de noviembre de 1901, Don Santiago María Fernández Rodríguez murió en Nueva York a los 83 años, no sin antes dejar por escrito que lo sepultaran en su natal municipio santiagués, lo que su esposa e hijos cumplieron.
Conocido mas por su apodo de ‘Chachago’, Don Santiago fue un verdadero ejemplo de honor y trabajo para sus hijos y parientes cercanos. Y todavía los cinco que viven creen que el titulo de DON lo merecía por encima de muchos que hoy se encasillan de ‘profesionales’ sin serlo.
Este genial, sencillo y carismático personaje fue mi honorablepadre y el de Fernando, Freddy, Guillermo, Rolando, Agustín, Elfrida, Roberto, Luis, Juanita, Claudio, Beatriz y Domingo Julián.
Sabemos que su alma está en el cielo junto a su esposa y compañera de siempre, Lastenia Matilde Portorreal.