Una mina hiere a soldados tailandeses y recrudece las tensiones diplomáticas
La tensión entre Tailandia y Camboya dio este miércoles un salto importante. El gobierno tailandés anunció la expulsión inmediata del embajador camboyano en Bangkok, Hun Saroeun, y la retirada de su representante diplomático en Phnom Penh, tras una nueva explosión de una mina terrestre que dejó varios soldados heridos en la provincia fronteriza de Ubon Ratchathani. Uno de los militares, el Sargento Mayor de Primera Clase Phichitchai Boonkhorat, perdió la pierna derecha como consecuencia del estallido.
La medida fue comunicada por el vice primer ministro tailandés, Phumtham Wechayachai, quien confirmó que se trata de una degradación formal de las relaciones diplomáticas. “Se ha tomado la decisión de retirar al embajador tailandés y expulsar al representante camboyano. Más adelante se anunciarán otras medidas”, afirmó en un comunicado oficial publicado en la web del gobierno.
Los hechos ocurrieron en la zona de Huai Bon, en Ubon Ratchathani, cuando una patrulla del 14º Regimiento de Infantería fue alcanzada por una mina terrestre durante una operación de reconocimiento. El incidente ha obligado a Tailandia a cerrar todos los puestos de control bajo la autoridad de su 2ª Zona del Ejército y a restringir el acceso de turistas a la zona afectada.
Bangkok sostiene que estas minas no estaban presentes en patrullajes anteriores y que fueron colocadas recientemente, lo que ha alimentado la sospecha directa hacia Camboya. Por ello, el Ministerio de Exteriores tailandés entregará una carta de protesta formal a Phnom Penh, calificando el hecho como una violación grave de la soberanía y una amenaza directa a la seguridad nacional.
Pero la ofensiva diplomática no se queda ahí. La cancillería tailandesa también ha enviado una misiva al embajador de Japón ante la Conferencia de Desarme, quien ostenta la presidencia rotatoria de la Convención de Ottawa, que prohíbe el uso de minas antipersona. Tailandia, país signatario de dicha convención, ha denunciado el incidente como una “clara infracción” de sus principios.
La secretaria permanente del Ministerio de Exteriores, Eksiri Pintaruchi, subrayó que “el uso de minas terrestres representa una violación no solo del derecho internacional, sino también de la integridad territorial tailandesa”. Sin embargo, dejó abierta la puerta al diálogo, afirmando que Tailandia sigue comprometida con una solución pacífica a través de los canales bilaterales.
Esta nueva escalada se suma a una creciente serie de tensiones entre ambos países, sobre todo en áreas limítrofes que históricamente han sido foco de disputas. Desde el 24 de junio, las autoridades tailandesas ya habían restringido casi por completo los cruces fronterizos, permitiendo solo excepciones humanitarias. Camboya respondió cerrando también sus puestos terrestres en represalia.
Las relaciones bilaterales se han ido deteriorando desde mayo, cuando un soldado camboyano murió tras un enfrentamiento con fuerzas tailandesas cerca del templo de Preah Vihear, un antiguo santuario hindú ubicado en una zona fronteriza en disputa. Aunque la Corte Internacional de Justicia otorgó el control del templo a Camboya, el área sigue siendo un punto sensible entre los dos vecinos.
A pesar de que ambos ejércitos han tratado de mantener la calma en público, los hechos sobre el terreno y las decisiones diplomáticas recientes evidencian que el conflicto está lejos de enfriarse. La expulsión de embajadores y el cierre de fronteras marcan un retroceso importante en una relación ya tensa, que ahora se mueve peligrosamente hacia un punto de no retorno.