La sonda Juno usó un recocido térmico para salvar su cámara dañada por la radiación en Júpiter
A más de 600 millones de kilómetros de la Tierra, la NASA se enfrentó a un reto técnico poco común: revivir una cámara dañada por la radiación en plena órbita alrededor de Júpiter. Lo lograron calentando sus componentes al límite, una maniobra que, aunque arriesgada, terminó devolviéndole la vista a la sonda Juno justo a tiempo para capturar imágenes inéditas de Ío, una de las lunas más activas del sistema solar.
La historia comenzó en diciembre de 2023. La cámara JunoCam, instalada fuera de la bóveda protectora de titanio de la nave, había comenzado a fallar. Su sensor de imágenes mostraba señales claras de desgaste por radiación: fotos distorsionadas, rayas, ruido visual. El deterioro era evidente desde hacía varias órbitas, pero el equipo de la misión se resistía a rendirse.
En ese punto, el equipo técnico —liderado por ingenieros de Malin Space Science Systems en San Diego— apostó por un proceso conocido como recocido, una técnica que consiste en calentar cuidadosamente el material afectado para reordenar su estructura microscópica. En teoría, esto podría reducir los defectos causados por la radiación. Pero nunca antes se había intentado a esa distancia, ni con esa cámara.
“Sabíamos que era un riesgo”, reconoció Jacob Schaffner, uno de los ingenieros responsables de JunoCam. “Pero con Ío acercándose, era ahora o nunca”. Calentaron la cámara hasta los 25 grados Celsius —una temperatura inusualmente alta para el entorno de Juno— y esperaron.
Los primeros días no dieron muchas esperanzas. Las imágenes de prueba seguían mostrando las mismas imperfecciones. Pero, justo cuando la nave se acercaba a Ío, algo cambió. Las imágenes comenzaron a mejorar. Al llegar el 30 de diciembre, Juno estaba a solo 1.500 kilómetros de la superficie de la luna volcánica y las fotos eran espectaculares: vistas nítidas de montañas heladas de dióxido de azufre y volcanes activos jamás observados tan de cerca.
Sin embargo, la historia no termina ahí. Aunque el experimento funcionó, el entorno extremo de Júpiter no da tregua. Durante la más reciente órbita, el ruido en las imágenes volvió a aparecer. Aun así, el equipo ha logrado aplicar variantes del recocido a otros instrumentos de la sonda con resultados prometedores.
Juno, impulsada por energía solar, lleva más de 70 órbitas completadas alrededor del planeta gigante. Su misión inicial era de corta duración, pero la NASA ha ido extendiendo sus operaciones gracias al buen desempeño de la nave… y a decisiones valientes como esta.
Al final, lo que parecía un último recurso improvisado terminó siendo una solución ingeniosa. A cientos de millones de kilómetros, sin herramientas físicas ni contacto directo, la ciencia apostó por el calor, y ganó. Con datos de Europa Press.