El rechazo a los aranceles fortalece imagen del presidente brasileño
La agresiva maniobra comercial de Donald Trump contra Brasil ha desatado una ola de indignación nacional que refuerza políticamente al presidente Luiz Inácio Lula da Silva, revelando una tendencia inesperada: el repudio a Washington se traduce en respaldo interno al Gobierno brasileño.
El escenario está claro: Trump pretendía castigar a Lula, pero terminó fortaleciendo su liderazgo.
Veamos lo que dice al respeto un reciente estudio del Instituto Quaest, que recoge Prensa Latina, el 72 % de los brasileños considera errada la posición del expresidente estadounidense, quien acusa a Lula de perseguir a Jair Bolsonaro, el exmandatario investigado por su implicación en un presunto intento de golpe de Estado.
Trump anunció la imposición de un arancel del 50 % sobre todas las exportaciones brasileñas a partir del 1 de agosto. Esta medida, calificada por el Gobierno de Lula como una represalia política, ha sido duramente cuestionada incluso por sectores no alineados con el oficialismo.
Reacción ciudadana ante los aranceles y su impacto económico
El rechazo es claro y contundente: un 79 % cree que estos aranceles afectarían directamente su vida o la de su familia, mientras que apenas un 17 % piensa que no habría impacto.
La medida arancelaria de Trump le ha dado una bandera a Lula para mejorar su posicionamiento interno: el sondeo registra una mejora en la aprobación de mandatario brasileño, que sube al 43 % frente al 40 % de mayo, mientras que la desaprobación cae del 57 al 53 %. El repunte es más visible entre la clase media, ciudadanos con educación superior y residentes del sudeste, la zona más industrializada de Brasil.
Economistas alertan que los sectores afectados por los aranceles —acero, aluminio y productos agrícolas— son pilares de la economía nacional. Un golpe a estas exportaciones impactaría severamente la cadena productiva y la generación de empleo en regiones clave.
Impacto político interno y narrativa de enemistad exterior
El conflicto también ha dividido al Congreso brasileño. Mientras los aliados del gobierno piden defender la soberanía comercial del país, legisladores bolsonaristas insisten en que la crisis fue provocada por la “persecución judicial” contra su líder.
Sin embargo, algunos analistas ven una oportunidad estratégica para Lula. El politólogo Paulo Roberto de Sousa afirma que esta hostilidad externa podría redefinir el nacionalismo brasileño, arrebatando esa bandera a la extrema derecha.
“El Gobierno ha recibido un regalo. La narrativa de un enemigo externo siempre ha sido útil para consolidar alianzas internas. Lula puede convertir esta crisis en una herramienta de unidad nacional”, concluyó De Sousa.