La red, que usaba otras mujeres como mulas, transportaba cocaína desde Puerto Rico hacia varias ciudades de EEUU
Nueva York.-Una red criminal transnacional, integrada en su mayoría por mujeres, fue desmantelada, recientemente, por la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA) tras una amplia operación contra el narcotráfico que utilizaba el Aeropuerto Internacional Luis Muñoz Marín, en Puerto Rico, como plataforma para enviar cocaína a la costa este de EE.UU.
La acción, que culminó con 17 órdenes de arresto, reveló una trama que no solo burló los controles aeroportuarios durante años, sino que también expuso la preocupante normalización del uso de mujeres como piezas clave en las cadenas de tráfico de estupefacientes.
Según el fiscal federal W. Stephen Muldrow, los acusados —en su mayoría mujeres— enfrentan cargos por narcotráfico y lavado de dinero en tres casos federales diferentes.
La red recluta otras mujeres para operaciones logísticas encubiertas
La conspiración, que habría comenzado antes de 2023, estaba compuesta por una red de reclutadores, coordinadores y mulas que transportaban cocaína desde Puerto Rico hacia ciudades como Nueva York, Nueva Jersey, Connecticut, Pensilvania, Massachusetts y Florida, según explicó Rebecca González, agente especial de HSI.
La DEA estima que la organización fue capaz de traficar más de 3,200 kilogramos de cocaína, con un valor en la isla superior a 27 millones de dólares, y que operaban con sofisticados métodos de ocultamiento en maletas ya empacadas que pasaban desapercibidas por los escáneres.
El uso predominante de mujeres en estas operaciones revela un patrón sistemático de instrumentalización de género, explotando tanto estereotipos como la vulnerabilidad económica de muchas reclutadas. Este fenómeno, lejos de ser nuevo, se agudiza en contextos donde el crimen organizado encuentra impunidad social o institucional.
La impunidad y la pobreza como motores del narcotráfico femenino
El portavoz de la DEA, Tony Velázquez, confirmó que desde al menos 2018, las pandillas lograron burlar los controles aeroportuarios en vuelos comerciales hacia EE.UU., convirtiendo al aeropuerto en un corredor clave del tráfico de cocaína en el Caribe.
Lo alarmante no es solo la magnitud del tráfico, sino la feminización de las detenciones, que pone en evidencia una realidad estructural silenciada: muchas de estas mujeres probablemente fueron reclutadas por necesidad, presión o amenazas, y ahora enfrentan penas severas como si fueran cabecillas de alto nivel.
Este caso invita a repensar el enfoque del sistema judicial, que muchas veces castiga con dureza a las figuras visibles —en este caso, mujeres pobres usadas como mulas—, mientras los líderes reales de las organizaciones permanecen en las sombras.
La operación desmanteló una red, sí, pero también dejó al descubierto una cruda realidad de desigualdad, manipulación y castigo selectivo.