Independientemente de que esos alegatos sean ciertos, pienso que no pueden castigar por igual a todas empresas chinas.
Algunos comerciantes chinos expresaron quejas por el cierre de al menos 15 establecimientos, según ellos, sin argumentos suficientes y llamaron a sus compatriotas a no contratar a los haitianos indocumentados.
Lo de no reclutar trabajadores haitianos indocumentados obedece a los apresamientos que ejecuta la Dirección General de Migración en esas compañías y por las exigencias del Ministerio de Trabajo para que se cumplan las normas laborales.
Se quejaron de que son objeto de discriminación. De acuerdo con declaraciones de Rosa Ng, representante de la comunidad china en República Dominicana, la inquietud de los empresarios nacionales de que enfrentan una competencia desleal frente a los chinos, “históricamente es una campaña porque los chinos venden barato porque compran en China, hablan el idioma del chino y saben dónde hay grandes ofertas para poder comprar y traer al país".
Igual negó que sus compatriotas no paguen los impuestos aduanales a las importaciones. “No es verdad que Aduanas no le cobra, y le cobra, y le cobra bastante muchas veces. Entonces, hay una serie de círculo que se ha ido creando de que los chinos no cumplen y eso es lo que nosotros creemos que es discriminatorio”, enfatizó.
El 28 de mayo de 2025, el Consejo Nacional del Comercio en Provisiones (CNCP) denunció que cientos de comercios administrados por ciudadanos asiáticos están afectando gravemente a las micro, pequeñas y medianas empresas dominicanas, así como a la producción nacional. Dijo que no emiten comprobantes fiscales, evitan el pago de impuestos y, cuando las autoridades intentan hacer auditorías o aplicar la ley, cambian de denominación social, desapareciendo formalmente y reapareciendo con otro nombre en el mismo local.
Tras esa inquietud, algunas empresas chinas han sido intervenidas y fiscalizadas por inspectores de la Dirección General de Aduanas para determinar si cumplen con el pago de impuestos, las normas fiscales, aduanales y laborales.
Independientemente de que esos alegatos sean ciertos, pienso que no pueden castigar por igual a todas empresas chinas. Muchos se adaptan a las normas fiscales y deben ser tratados con respeto. Esas compañías son fuentes de empleos para dominicanos o extranjeros. Lo que procede es fiscalizarlas de manera periódica y obligarlas a cumplir con la normativa 80/20 regulada por el Ministerio de Trabajo.
Además, lo ideal sería que nuestros comerciantes compitan con ellos vendiendo productos más baratos, pero no creo que lo hagan pues la cultura de algunas empresas locales es expender a precios elevados los productos básicos de consumo. La especulación es su mejor activo, pues los precios suben y nunca bajan.
Ahí está la clave del impasse. Se pretende incluso descalificar las mercancías chinas bajo el alegato de que no son de calidad. Pero ocurre que muchos productos de origen norteamericanos y europeos, que compramos a través de famosas tiendas Online, dicen en las etiquetas que son fabricados en el gigante asiático (Made of China).
Hace poco visité algunas tiendas dominicanas en busca de un cargador de batería para carros y el costo era de RD$3,600 pesos. Luego, ese mismo dispositivo lo conseguí por RD$2,300 pesos en un negocio chino, lo que me representó un ahorro de RD$1,300. ¿Y entonces?
¿Cuál es la competencia desigual? Esa polémica se basa en un conflicto por intereses comerciales. La gente compra donde venden más barato para cuidar sus ahorros. Por eso visitan los establecimientos chinos.
Lo cierto es que la presencia de las corporaciones chinas en el territorio nacional no ha sido del agrado de nuestros empresarios, y la razón es que ofertan al público productos de toda índole (de buena o mala calidad) con tarifas más baratas que sus competidores locales. Nosotros decidimos si adquirirlas o no.
Tampoco ha sido de la simpatía del Gobierno de Estados Unidos que, hace siete años, criticó la apertura de las relaciones diplomáticas de la República Dominicana con la República Popular China, lo cual supuso la ruptura con Taiwán, una nación aliada de Washington. El compromiso fue suscrito en Beijing el 1 de mayo de 2018.
En esa ocasión, el entonces senador estadounidense Marco Rubio acusó a China de sobornar a República Dominicana para que corte lazos con Taiwán y pidió que el Congreso norteamericano haga más para contrarrestar la influencia de Pekín en Latinoamérica. Se dijo que ese pacto no contribuía a la estabilidad regional.
A partir de ese pronunciamiento, Norteamérica mantiene la mirada sobre los grandes inversores de China en la región latinoamericana y el Caribe.
Es posible que la reacción de nuestros comerciantes sea una consecuencia de la intención del gigante de occidente de frustrar las operaciones chinas en República Dominicana y en el mundo.
Hay que apoyar esas inversiones porque son beneficiosas para nuestro país y preciso es hacerlo por encima de los intereses políticos, comerciales, internos o foráneos.
Por más que se alegue competencia desigual, una legión de clientes seguirá abarrotando las tiendas chinas procurando las mejores ofertas, a menos que el comercio nacional rompa la disputa despachando las mercancías a costos similares o por debajo de las tasaciones orientales. Por Manuel Vólquez