Expone vacíos en sistema de alerta meteorológica nacional, mientras Trump enfrenta críticas por recortes en ciencia climática y prevención
Texas vive una de sus peores tragedias naturales recientes: al menos 104 personas han muerto a causa de las inundaciones provocadas por intensas lluvias que azotaron el centro del estado desde la madrugada del viernes. Equipos de rescate aún buscan a decenas de desaparecidos, especialmente en el condado de Kerr, donde se ubica el Campamento Mystic y otras instalaciones de verano.
Autoridades locales confirmaron que 84 cadáveres fueron recuperados solo en ese condado, entre ellos 28 niños que se encontraban en campamentos cuando el río Guadalupe se desbordó violentamente.
El Servicio Meteorológico Nacional prevé que las lluvias amainen en las próximas horas, y que este martes las probabilidades de nuevas inundaciones disminuyan, aunque podrían persistir tormentas eléctricas aisladas.
La tragedia conmueve al mundo y genera reacciones oficiales
La catástrofe en Texas ha provocado reacciones internacionales. Desde Londres, el rey Carlos III expresó al presidente Donald Trump su “profunda tristeza por la trágica pérdida de vidas humanas”, informó la Embajada Británica en Washington. Paises de Latinoamerica ha transmitido su solidaridad con Estados Unidos
En el Vaticano, durante el rezo del Ángelus dominical, el papa León XIV ofreció sus oraciones:
“Quiero expresar mis sinceras condolencias a todas las familias que han perdido a sus seres queridos, en particular a sus hijas que estaban en el campamento de verano… Rezamos por ellos”.
La tragedia reaviva el debate sobre la política climática en EEUU
Además del dolor, la tragedia ha abierto un nuevo frente de crítica hacia la administración de Donald Trump. Un artículo del medio Common Dreams, que recoge rensa Latina, denunció que, pese a las advertencias emitidas por los meteorólogos del Servicio Meteorológico Nacional (NWS), puestos clave permanecían vacantes por despidos previos al desastre.
Las inundaciones del 4 de julio han puesto bajo escrutinio los recortes presupuestarios y despidos masivos impulsados por Trump en agencias científicas. El propio mandatario declaró que no considera necesario recontratar a los expertos despedidos, alegando que “personas muy talentosas” del NWS “no previeron” lo ocurrido.
Desde el inicio de su segundo mandato, Trump despidió a cientos de científicos dedicados a la Evaluación Nacional del Clima, redujo el personal de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), y suspendió programas de seguimiento de desastres climáticos.
Mientras tanto, continúa impulsando la industria de combustibles fósiles, una política que, según climatólogos y ambientalistas, agrava la intensidad de fenómenos meteorológicos extremos como el vivido en Texas.
“El régimen de Trump está desmantelando la investigación científica sobre el clima por razones políticas, justo cuando más la necesitamos”, escribió el ambientalista Stephen Barlow en redes sociales.
En medio del luto por las 104 víctimas mortales, entre ellas numerosos niños, queda en evidencia que no solo fue el clima el que falló, sino también la preparación y voluntad política para enfrentarlo.