Pekin asegura que elección debe seguir método con urna de oro
El Gobierno de China reiteró este miércoles que la elección del sucesor del Dalai Lama debe contar con la “aprobación” de Pekín, avivando así la tensión sobre el futuro de la máxima figura del budismo tibetano.
La portavoz del Ministerio de Exteriores chino, Mao Ning, afirmó que la reencarnación del Dalai Lama y otras grandes figuras budistas debe ser determinada mediante “un sorteo en una urna de oro” y con el visto bueno del gobierno central.
Durante una rueda de prensa en la capital china, Mao defendió que la reencarnación “es un método único de sucesión que ha continuado durante 700 años”, subrayando que existen regulaciones estatales sobre la búsqueda, identificación y gestión de las reencarnaciones de figuras budistas tibetanas, con el objetivo de “proteger la tradición”.
“El budismo tibetano nació en China y es un ejemplo de religión con características chinas”, recalcó Mao, al tiempo que recordó que el método actual fue instaurado por un emperador de la dinastía Qing en el siglo XVIII.
Dalai Lama confirma continuidad y rechaza intromisión de china
Estas declaraciones llegan después de que el Dalai Lama anunciara en un comunicado que la institución del Dalai Lama continuará tras su muerte, poniendo fin a las especulaciones sobre el posible fin de la figura espiritual de seis siglos de antigüedad.
“La responsabilidad de reconocer a mi sucesor recae exclusivamente en los miembros del Gaden Phodrang Trust, mi oficina. Nadie más tiene autoridad para interferir en este asunto”, afirmó, en una clara alusión al gobierno chino.
El líder espiritual, que el domingo cumplirá 90 años y reside en exilio en Dharamshala, India, desde que huyó en 1959 tras el fallido levantamiento tibetano, insinuó que su reencarnación podría encontrarse fuera de China, posiblemente en territorio indio, lo que complicaría aún más el proceso de sucesión y el conflicto con Pekín.
Sucesión: disputa entre Pekín y el exilio tibetano
La elección del próximo Dalai Lama se perfila como un nuevo frente de tensión entre las autoridades chinas y los tibetanos en el exilio. Mientras Pekín insiste en que cualquier sucesor debe estar sujeto a su control, el Dalai Lama y sus seguidores defienden que la identificación de su reencarnación es un proceso espiritual basado en antiguos rituales y signos que no deben politizarse.
China considera al actual Dalai Lama como un “separatista”, y su intento de controlar la sucesión busca reforzar su influencia sobre el Tíbet y evitar que la figura espiritual sea usada como símbolo de resistencia frente al dominio chino en la región. Con datos de Europa Press.