Los atacantes en el Crocus City Hall son miembros del Estado Islámico afgano
Las autoridades rusas anunciaron este martes la conclusión de la investigación sobre el atentado terrorista del 22 de marzo de 2024 en el recinto Crocus City Hall, uno de los ataques más letales en la historia reciente del país que cobró la vida de 146 personas y dejó más de 550 heridos.
La vocera del Comité de Investigación de Rusia, Svetlana Petrenko, informó que la causa penal ha sido remitida a la Fiscalía, con 19 personas imputadas, señaladas como integrantes del Estado Islámico del Gran Jorasán y sus redes de apoyo.
Los acusados enfrentan cargos por terrorismo, colaboración con grupos extremistas, posesión ilegal de armas y documentos falsos, entre otros delitos.
Ataque habría sido planificado con meses de antelación
La investigación oficial sostiene que el atentado fue ejecutado por una célula del Estado Islámico con base en Afganistán, cuyos miembros ingresaron a Rusia tras recibir entrenamiento en el extranjero.
Según el expediente, los extremistas planeaban un segundo atentado en un centro de entretenimiento en Daguestán, que fue frustrado a tiempo por las fuerzas de seguridad.
De forma polémica, el Comité vincula el ataque a supuestos intereses del actual gobierno de Ucrania, con el objetivo de “desestabilizar la situación política interna” en Rusia.
Esta línea fue respaldada por el presidente Vladimir Putin, quien calificó el atentado como parte de una “cadena de operaciones contra Rusia iniciada en 2014 con las manos del régimen neonazi de Kiev”.
El Servicio Federal de Seguridad (FSB) informó que los atacantes intentaron escapar hacia la frontera ucraniana tras la masacre, aunque no se logró probar contacto directo con el gobierno de Volodímir Zelenski, que ha negado enérgicamente cualquier implicación.
Masacre sin precedentes en sala de conciertos en Moscú
Se recuerda que el ataque ocurrió el 22 de marzo durante un concierto de rock en la sala Crocus City Hall, ubicada a las afueras de Moscú, cuando un comando armado abrió fuego contra el público y luego incendió el lugar. El ataque dejó 146 muertos y cientos de heridos, y conmocionó profundamente a la sociedad rusa.
Mientras tanto, la investigación sigue abierta contra otros seis sospechosos: dos considerados organizadores del ataque y cuatro presuntos colaboradores directos, cuyos casos están en fase de instrucción.
Con el cierre de esta primera etapa judicial, las autoridades rusas avanzan hacia el enjuiciamiento de los acusados, mientras el Kremlin mantiene el foco en el componente geopolítico del crimen.
Las declaraciones de altos funcionarios apuntan a que Moscú considera este atentado no solo como un acto de terrorismo religioso, sino como parte de una guerra híbrida que —según sostienen— tiene raíces externas y objetivos estratégicos. Con datos de Prensa Latina.