El CGRI lanza el misil Jeibar y ataca múltiples zonas israelíes
TEHERAN.- La tensión entre Irán e Israel escaló a otro nivel este lunes. Ya no se trata solo de una guerra de desgaste ni de respuestas puntuales. Esta vez, Irán mostró una nueva carta: el misil balístico Jeibar, una arma capaz de portar varias cabezas explosivas y golpear distintos blancos con un solo lanzamiento.
Pero el misil no llegó solo. Fue parte de una ofensiva mucho más amplia y agresiva que cubrió prácticamente todo el territorio israelí. El Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI) combinó el uso del Jeibar con otros misiles de combustible sólido y líquido, además de drones suicidas, en un ataque coordinado que afectó zonas desde el norte hasta el sur de Israel.
No es una operación más. El ataque marca la vigésima primera ofensiva misilística desde que estalló el conflicto el 13 de junio, cuando Israel bombardeó territorio iraní. Desde entonces, la respuesta de Teherán ha sido constante, pero esta última andanada representa un cambio táctico importante: ahora no se enfocan solo en grandes ciudades como Tel Aviv o Haifa, sino que amplían el alcance hacia otras zonas estratégicas como Asdod, Acre, Safed, Beit Shean, Laquis y Ascalón.
¿Y qué tiene de especial este nuevo misil? El Jeibar permite un ataque múltiple desde un solo proyectil, lo que aumenta considerablemente la capacidad de daño en un mismo lanzamiento. Se trata de un modelo balístico de nueva generación que, según la Guardia Revolucionaria, busca hacer los ataques “más destructivos y efectivos”.
También es un movimiento calculado para probar la vulnerabilidad del sistema defensivo israelí y presionar psicológicamente con una amenaza que no da tregua.
Las autoridades iraníes dejaron claro que esto no es el final. Advirtieron que seguirán lanzando drones y misiles “sin detenerse ni un momento”, con el objetivo de mantener a Israel bajo constante tensión. En su mensaje, reiteraron que su ofensiva no se detendrá “hasta la total eliminación del régimen sionista”.
Este tipo de declaraciones, más allá de la retórica, muestran que Irán está apostando por sostener el conflicto en el tiempo, mientras aplica nuevas estrategias militares. Lo que antes eran ataques más contenidos, hoy se transforman en una campaña de presión total, con recursos militares más complejos y de mayor alcance.
Desde el lado israelí, las consecuencias no se han hecho esperar. Las sirenas no pararon de sonar durante horas. Los refugios volvieron a llenarse. Y la sensación de seguridad, que ya estaba debilitada, recibió otro golpe. En paralelo, Estados Unidos intervino el domingo con bombardeos sobre instalaciones nucleares iraníes, lo que podría alimentar aún más la escalada.
En resumen, Irán no solo amplió el mapa de la guerra, sino que introdujo una nueva arma que complica el escenario. El conflicto ya no es local ni limitado. La lógica ahora es otra: demostrar fuerza, mantener el pulso y resistir el desgaste. Y ese mensaje, con el ruido de fondo de los misiles, quedó más que claro.