La Guardia Revolucionaria usa proyectiles Kheibarshekan con múltiples ojivas, informan medios iranies
Oriente Medio.- En una de las operaciones más intensas en lo que va del conflicto, Irán lanzó en la madrugada del domingo la vigésima oleada de ataques contra Israel, utilizando por primera vez en masa sus misiles balísticos Kheibarshekan de tercera generación. Estos proyectiles, capaces de portar múltiples ojivas y guiados por sistemas de precisión terminal, marcaron un salto tecnológico significativo en la capacidad ofensiva del país persa.
Según medios iraníes, los objetivos alcanzados incluyeron el Aeropuerto Ben Gurión, un centro de investigación biológica clasificado y al menos dos centros de mando militar clave. Imágenes difundidas por canales afines al régimen muestran destrucción extendida en zonas de los territorios ocupados, aunque Israel ha limitado el acceso de la prensa extranjera y exige autorización previa para publicar cualquier cobertura relacionada con los daños.
La ofensiva forma parte de la Operación True Promise III, una campaña militar iniciada por la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI) tras la reciente escalada regional. La operación había venido desarrollándose con ataques selectivos mediante drones y misiles de alcance medio, pero esta vez el uso de los Kheibarshekan —considerados un arma de disuasión estratégica— marca un punto de inflexión.
Estos misiles tienen un alcance superior a los 1.000 kilómetros, son capaces de evadir radares y están diseñados para fragmentarse en múltiples ojivas al aproximarse al objetivo. Su uso demuestra que Irán está dispuesto a mostrar una porción de su arsenal más sofisticado, sin llegar aún —según sus propias declaraciones— a emplear todo su poder ofensivo.
En su comunicado oficial, la CGRI dejó claro que el “núcleo duro” de su fuerza militar aún no ha sido desplegado y advirtió que cualquier respuesta desmedida por parte de Israel o sus aliados podría desencadenar acciones “más devastadoras”.
Bases de EE. UU. en la mira
Al mismo tiempo, Irán ha elevado el tono contra Estados Unidos. En respuesta al reciente bombardeo estadounidense contra instalaciones nucleares en territorio iraní —operación bautizada como Martillo de Medianoche— la Guardia Revolucionaria advirtió que las bases militares norteamericanas en la región son ahora “objetivos legítimos”, recoge jn reporte de Europa Press.
La amenaza no es menor. EE. UU. tiene desplegados entre 40.000 y 50.000 efectivos en Oriente Próximo, distribuidos en 19 bases estratégicas entre el Golfo Pérsico, el mar Rojo y países como Irak, Kuwait, Jordania, Catar, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Bahréin. Muchas de estas instalaciones ya han sido blanco de ataques indirectos a través de milicias aliadas a Irán.
Un ejemplo reciente es la base militar Torre 22, en Jordania, donde tres soldados estadounidenses murieron a causa de un ataque con dron en enero. La amenaza es constante y, según analistas militares, la dispersión de estas bases —lejos de ser una ventaja— podría traducirse en una exposición estratégica.
El secretario de Defensa de EE. UU., Pete Hegseth, aseguró que la operación estadounidense “devastó” el programa nuclear iraní y advirtió al régimen de Teherán que cualquier represalia directa contra las fuerzas estadounidenses sería “una muy mala idea”. Aun así, la tensión ha obligado al Pentágono a mover piezas.
Reforzamiento naval y aéreo
En las últimas 48 horas, Estados Unidos ha movilizado cinco destructores hacia la región: Hudner, Arleigh Burke, The Sullivans, Paul Ignatius y Oscar Austin. También ha desplazado al portaaviones Nimitz, desde el Pacífico, como medida de respuesta ante la creciente tensión entre Irán e Israel.
V. La base aérea Al Udeid, en Catar, considerada la más grande de la región, funciona como centro de operaciones para el Mando Central. En Bahréin, la Quinta Flota de la Marina coordina movimientos navales en todo el Golfo. En Arabia Saudí, la Base Aérea Príncipe Sultán aloja a cientos de militares norteamericanos. Kuwait, por su parte, alberga la 386ª Ala Expedicionaria Aérea, crucial para el apoyo logístico en zonas de combate.
Este despliegue masivo, aunque pensado como disuasivo, también convierte a estas instalaciones en blancos potenciales si el conflicto se intensifica. La CGRI parece consciente de ello, y lo está utilizando como palanca para contener futuras acciones militares por parte de Washington.
Un conflicto que escala sin freno
La ofensiva de Irán, sumada al reciente ataque estadounidense contra sus instalaciones nucleares, eleva a un nuevo nivel el conflicto en Oriente Medio. Lo que comenzó como una serie de enfrentamientos por la situación en Gaza se ha transformado en una guerra de nervios entre tres actores con capacidades militares de alto nivel.
Mientras tanto, la comunidad internacional asiste con preocupación a esta espiral. La región vive una situación volátil, donde cualquier movimiento mal calculado podría detonar una guerra abierta de proporciones impredecibles.
La amenaza es real, y el mensaje de Irán es claro: tiene capacidad de respuesta, y está dispuesto a usarla. El tiempo dirá si esta advertencia logra frenar una escalada que, hasta ahora, no encuentra freno.