Crisis petrolera e inflación sacuden los mercados financieros
La ofensiva militar de Estados Unidos contra instalaciones nucleares iraníes ha generado un efecto dominó en los mercados globales, intensificando los temores de una crisis energética, presiones inflacionarias y una reconfiguración urgente del panorama financiero internacional.
Según Nigel Green, director ejecutivo de deVere Group, uno de los mayores asesores financieros independientes del mundo, esta acción de la administración Trump representa un punto de quiebre para la economía global y ha comenzado a resquebrajar las proyecciones de estabilidad que guiaban a los inversionistas.
“El ataque estadounidense a Irán rompe el marco de baja inflación, tasas decrecientes y precios energéticos controlados. Ese mundo ya no existe”, advirtió Green en un análisis difundido este lunes.
El petróleo lidera el impacto inmediato
El crudo Brent, que ya venía al alza, ha intensificado su escalada ante el temor de represalias iraníes y un posible cierre del Estrecho de Ormuz, canal por donde fluye cerca del 20 % del petróleo mundial. Algunos analistas proyectan que el barril podría alcanzar los 130 dólares si Irán responde militarmente o interrumpe el flujo marítimo.
Este choque petrolero amenaza con desencadenar una inflación global persistente, complicando los planes de los bancos centrales, como la Reserva Federal, de bajar las tasas de interés este año. “Un petróleo por encima de los 100 dólares anula cualquier margen de estímulo monetario”, afirmó el ejecutivo de deVere.
Sectores vulnerables y oportunidades defensivas
Con este nuevo escenario, Green anticipa un giro inmediato del capital hacia sectores considerados más resistentes o beneficiarios del conflicto. Mientras que turismo, transporte, tecnología de alto múltiplo y consumo cíclico podrían verse fuertemente golpeados, se espera que energía, materias primas, defensa y seguridad capten mayor interés inversor.
“La guerra cambia todo. Empresas vinculadas a vigilancia, aeroespacial, armas o seguridad nacional verán aumentar su demanda. Al mismo tiempo, sectores como servicios públicos o bienes de consumo básicos se volverán atractivos por su estabilidad en tiempos turbulentos”, agregó.
En el frente de activos refugio, los bonos soberanos y el oro ya muestran repuntes, mientras que el dólar estadounidense, si bien se fortalece en el corto plazo, podría perder atractivo si la economía de EE. UU. entra en desaceleración.
“El dólar no es invencible. Si el petróleo frena el consumo interno y sube la inflación, la credibilidad fiscal estadounidense podría verse comprometida”, indicó Green, quien también resaltó que 2025 no es 2019: la inflación ya es alta, los tipos no son cero y los bancos centrales tienen menos margen para sostener los activos.
La advertencia: reestructurar antes de que sea tarde
Para deVere, este evento marca una ruptura estructural, no una simple crisis pasajera. El consejo es claro: reposicionar portafolios ahora. Reducir exposición a sectores frágiles frente al encarecimiento energético y reorientarse hacia valores defensivos, energía, metales y bonos indexados a inflación.
“El tiempo del optimismo pasivo se acabó. Esta es una sacudida geopolítica y monetaria. Los inversores que actúan ahora podrán capear la tormenta. Los que esperen podrían quedar gravemente expuestos”, concluye Nigel Green.
La guerra ha salido del plano militar para redibujar el mapa financiero mundial. Y solo quienes comprendan la nueva lógica de riesgo podrán navegar con éxito en este nuevo orden económico global.