Teherán justifica el bombardeo en Beersheba como ataque contra mando militar
El bombardeo iraní que alcanzó el hospital Soroka en Beersheba, al sur de Israel, ha encendido una nueva alarma en un conflicto que no da tregua. Según Teherán, el objetivo no era el centro médico, sino un cuartel de inteligencia militar israelí ubicado en las cercanías. La onda expansiva, admiten, terminó causando “daños superficiales” al hospital.
Lo cierto es que las consecuencias del ataque van más allá de los daños materiales. Las imágenes del hospital parcialmente evacuado, combinado con el temor de nuevos bombardeos, han intensificado la tensión entre ambos países en un momento en que la guerra se vuelve cada vez más impredecible y el Derecho Internacional Humanitario vuelve a quedar en entredicho.
Un ataque “quirúrgico” con consecuencias colaterales
Abbas Araqchi, ministro de Exteriores iraní, aseguró que el blanco del bombardeo fue un puesto clave de mando israelí y otra “infraestructura vital” utilizada por el ejército. Según su versión, el hospital Soroka resultó afectado de forma secundaria. Agregó que el centro estaba “en su mayoría evacuado” y que se utiliza principalmente para atender a soldados israelíes heridos durante los ataques en Gaza.
La explicación de Irán busca desviar el foco de las críticas internacionales, que no se han hecho esperar. El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) expresó su preocupación por el efecto que el ataque podría tener en pacientes y personal sanitario. La organización subrayó que los hospitales, los médicos y los heridos están protegidos por el Derecho Internacional Humanitario y que no deben ser blanco de operaciones militares.
La medida de Irán —bombardear un objetivo militar a sabiendas de su proximidad con un hospital— está en el centro del debate. Aunque el gobierno iraní lo presenta como una acción legítima dentro de un conflicto armado, las normas internacionales obligan a las partes en guerra a evitar poner en riesgo instalaciones médicas, incluso si están cerca de objetivos militares.
La respuesta de Israel: más fuego, más promesas de guerra
El ministro de Exteriores israelí, Gideon Saar, visitó el hospital bombardeado y no dejó lugar a dudas sobre la postura de su país. “Esto es un crimen de guerra”, sentenció. Saar acusó a Irán de atacar deliberadamente a civiles y prometió que la campaña militar israelí “continuará hasta cumplir su misión”.
- Israel afirma que sus operaciones están dirigidas a infraestructuras nucleares y balísticas dentro de Irán. Desde el 13 de junio, la Fuerza Aérea israelí ha intensificado los ataques, alcanzando también zonas residenciales en Teherán. Según datos del gobierno iraní, estos bombardeos han dejado al menos 224 muertos y miles de heridos. En represalia, Irán ha lanzado decenas de misiles sobre ciudades israelíes, provocando al menos 24 muertes.
Las autoridades sanitarias israelíes, por su parte, han emitido nuevas órdenes a todos los hospitales del país: reducir al mínimo el número de pacientes internados y establecer protocolos para evacuar rápidamente en caso de nuevos ataques. El temor a bombardeos masivos ya es parte del día a día en Israel.
Misiles, racimo y advertencias
En el ataque más reciente, Irán utilizó armamento de fragmentación. Uno de los misiles lanzados sobre el centro y sur de Israel se fragmentó en el aire y dispersó pequeñas municiones sin guía en un radio de ocho kilómetros. Algunas cayeron sobre viviendas en localidades como Azor, causando daños comparables a los de un proyectil convencional.
El ejército israelí calificó el uso de este tipo de armamento como una amenaza directa para la población civil, dado su carácter indiscriminado. Las autoridades han pedido a la población que no se acerque a las zonas de impacto, ya que varios de estos artefactos podrían explotar tiempo después del ataque inicial.
Las ciudades más afectadas incluyen Tel Aviv, Ramat Gan, Holon y Beersheba. En esta última, uno de los misiles impactó directamente en el hospital Soroka, epicentro de la polémica internacional. Según estimaciones, Irán disparó al menos una veintena de misiles balísticos en esa jornada.
Contexto de fondo: negociaciones congeladas y clima de guerra total
La escalada llega en un momento clave: Estados Unidos y Teherán se preparaban para una nueva ronda de negociaciones nucleares el 15 de junio en Mascate, Omán. Sin embargo, Irán canceló su participación tras los ataques israelíes, enfriando aún más cualquier intento diplomático en el corto plazo.
Este último episodio no es un accidente aislado. Forma parte de un patrón: cada ataque parece responder a otro anterior, en una cadena sin fin que ha borrado ya cualquier línea roja. Los hospitales ya no son espacio seguro. Las negociaciones han pasado a segundo plano. Y ambos bandos, al menos en el discurso, se muestran convencidos de que esta guerra no ha hecho más que empezar.
Resumen de la medida anunciada:
La ofensiva iraní contra el supuesto cuartel militar en Beersheba —que terminó afectando un hospital cercano— marca una postura más agresiva de Teherán: atacar objetivos israelíes dentro del país, aunque eso implique consecuencias colaterales. Irán justifica su acción como parte de un derecho a la defensa ante los bombardeos israelíes sobre su territorio. Sin embargo, este tipo de ataques, según el Derecho Internacional, ponen en riesgo a civiles y pueden constituir crímenes de guerra si no se toman medidas suficientes para evitar daños a instalaciones médicas.
