Ataques por saturación ponen en jaque defensa multicapa. Temen agotamiento de interceptores y brechas estratégicas
El sofisticado sistema de defensa aérea de Israel, diseñado como una barrera multicapa contra misiles, drones y proyectiles enemigos, enfrenta una de sus mayores pruebas desde su creación, ante la ofensiva masiva lanzada por Irán en respuesta al ataque israelí del 13 de junio sobre Teherán.
En este nuevo capítulo del conflicto, la saturación táctica se ha convertido en el arma elegida por Irán para desgastar progresivamente la capacidad de interceptación israelí.
Compuesto por los sistemas ‘Cúpula de Hierro’, ‘Honda de David’ y ‘Arrow’, el escudo israelí está diseñado para interceptar desde cohetes de corto alcance hasta misiles balísticos intercontinentales.
Sin embargo, el uso combinado y simultáneo de drones, misiles de crucero y proyectiles balísticos por parte de Irán ha puesto en tensión la arquitectura defensiva, que ya muestra signos de agotamiento operativo y posible escasez de interceptores.
Una defensa estratificada, pero vulnerable al desgaste intensivo
La defensa aérea de Israel fue reforzada tras la Guerra del Golfo de 1991, con fuerte respaldo de Estados Unidos, y alcanzó su madurez técnica en los últimos 15 años.
El sistema ‘Cúpula de Hierro’, desarrollado por la empresa Rafael, ha logrado interceptar más de 5.000 proyectiles desde su implementación en 2011 con una tasa de éxito del 90%, según fuentes oficiales. La función del sistema es neutralizar amenazas de corto alcance, como los cohetes lanzados desde Gaza o el sur del Líbano.
En un nivel intermedio opera la ‘Honda de David’, con capacidad para derribar misiles balísticos de medio alcance, misiles de crucero y aviones enemigos hasta una distancia de 300 kilómetros. Este sistema utiliza misiles Stunner, equipados con sensores que diferencian proyectiles señuelo de amenazas reales, y destaca por su maniobrabilidad avanzada.
El tercer pilar, la familia ‘Arrow’ (en especial el Arrow 3), fue diseñada para interceptar misiles balísticos de largo alcance fuera de la atmósfera, a más de 2.000 kilómetros, y se activó por primera vez en combate en 2023. Sin embargo, fuentes citadas por The Wall Street Journal han advertido que este sistema enfrenta ya problemas de suministro, con una reducción crítica de interceptores disponibles para enfrentar nuevas oleadas iraníes.
La saturación como estrategia de desgaste y ruptura
Teherán ha recurrido a un patrón ofensivo conocido como ataque por saturación, lanzando simultáneamente cientos de misiles balísticos, drones y misiles de crucero, como ya ocurrió en abril tras el bombardeo de su embajada en Siria. Esta táctica busca sobrecargar los sistemas defensivos, abrir brechas en su cobertura y alcanzar objetivos sensibles.
La ofensiva más reciente incluyó el uso del misil hipersónico ‘Fatá’, presentado como una muestra del poderío tecnológico de la Guardia Revolucionaria iraní. Este misil, que alcanza velocidades superiores a Mach 5 y posee alta maniobrabilidad, representa un nuevo desafío incluso para sistemas avanzados como el Arrow 3 o el THAAD estadounidense, que ya opera en territorio israelí.
Israel, que reconoce haber derribado gran parte de los proyectiles, también ha contado con la ayuda activa de Estados Unidos, tanto con sistemas desplegados en la región como con el uso de un buque de guerra que interceptó varios misiles.
Aun así, el costo logístico y político de mantener esta defensa sostenida podría erosionar rápidamente su capacidad de respuesta si se mantiene el ritmo de los ataques.
El dominio aéreo en disputa y la sombra de una escalada
Mientras tanto, Irán asegura que ha logrado impactar infraestructuras militares y energéticas en Israel, incluidas refinerías como la de Haifa, y ha afirmado incluso que “controla el espacio aéreo israelí”, basándose en las dificultades crecientes del sistema antimisiles. Esta narrativa no solo busca desmoralizar al enemigo, sino posicionarse como actor dominante en una región al borde del abismo.
La situación ha despertado temores de una escalada directa entre Washington y Teherán, en caso de que Estados Unidos opte por atacar objetivos en territorio iraní.
Mientras tanto, Israel intenta reforzar su red de defensa, gestionar sus inventarios y evitar que se materialice lo que ya muchos advierten: el agotamiento de su escudo más confiable en plena tormenta estratégica.
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