Recursos buscan abaratar el crédito y estimular sectores productivos
SANTO DOMINGO — La Junta Monetaria acaba de soltar una bocanada de oxígeno financiero. En medio de un panorama global inestable y una economía local que muestra señales de desaceleración, el organismo autorizó un programa de provisión de liquidez por RD$81 mil millones, con el objetivo de abaratar el crédito y dinamizar la actividad económica, informó este lunes en un comunicado.
La decisión, adoptada en sesión del 13 de junio, permite al Banco Central liberar RD$50 mil millones del encaje legal —es decir, el dinero que los bancos están obligados a mantener sin usar— para prestarlos a sectores clave de la economía, como construcción, agropecuaria, manufactura, exportaciones y MIPYMES. Los préstamos deberán ofrecerse a tasas de interés no mayores al 9% anual y plazos de hasta dos años.
La medida no se queda ahí. También se autoriza el uso de RD$14 mil millones adicionales que ya habían sido aprobados el año pasado para el sector vivienda, pero que no se habían utilizado. Ahora, ese dinero podrá redirigirse a los mismos sectores productivos bajo las mismas condiciones. Y, para evitar presiones adicionales sobre los deudores, se aplazó por seis meses el vencimiento de otros RD$17 mil millones correspondientes a préstamos otorgados mediante facilidades de liquidez rápida.
¿Qué significa esto en términos prácticos?
Que habrá más dinero circulando en la economía, específicamente orientado a facilitar préstamos más baratos a empresas que generan empleo y crecimiento. Para las MIPYMES, que suelen ser las más golpeadas por el encarecimiento del crédito, esto puede marcar la diferencia entre mantenerse operando o cerrar. Para la construcción y el agro, sectores que mueven cadenas completas de valor, la medida podría traducirse en más proyectos, más empleos y mayor actividad económica.
Todo esto llega en un momento en que el crédito al sector privado ha comenzado a desacelerarse, en parte por el aumento sostenido de las tasas de interés. A nivel internacional, la volatilidad sigue en aumento, con conflictos geopolíticos afectando cadenas de suministro, precios y decisiones de inversión. En ese contexto, el Banco Central encontró espacio para aflojar un poco, respaldado por una inflación que se mantiene controlada dentro del rango meta de 4% ±1%.
La medida también apunta a evitar que las empresas y personas con préstamos vigentes —especialmente aquellos que usaron las facilidades de liquidez otorgadas durante los últimos años— tengan que refinanciar a tasas más altas. Postergar el vencimiento de RD$17 mil millones en ese renglón es, en la práctica, una manera de ganar tiempo sin agravar las condiciones financieras de los beneficiarios.
En paralelo, la Junta Monetaria también aclaró los límites al financiamiento en dólares para los que no generan divisas. Pero hizo excepciones: no se aplicarán estos límites al comercio exterior de corto plazo, ni a ciertos sectores turísticos cuyos ingresos, aunque en pesos, están vinculados a operaciones con impacto en divisas. Esto busca proteger la operatividad de áreas estratégicas sin abrir brechas de riesgo en la banca.
¿Por qué ahora?
El gobierno del presidente Luis Abinader necesita empujar la economía sin comprometer la estabilidad macroeconómica. Y con la inflación bajo control y los fundamentos financieros sólidos, hay margen para una política monetaria más flexible. El objetivo es claro: reactivar la demanda interna sin perder la brújula en cuanto a disciplina fiscal y estabilidad de precios.
En resumen, se trata de una jugada táctica para inyectar liquidez donde más se necesita, facilitar el acceso al crédito y darle un empujón al crecimiento económico en un momento delicado. Habrá que ver si los bancos responden con agilidad y si los sectores productivos logran aprovechar el impulso. Por ahora, el balón está en la cancha del sistema financiero.