Activistas rechazan el evento por su costo y simbolismo autoritario
Washington se encuentra bajo un clima tenso mientras se ultiman los detalles para un desfile militar que, lejos de unir, ha encendido el ánimo de miles en todo el país. El presidente Donald Trump celebra por partida doble: el 250 aniversario del Ejército de Estados Unidos y su cumpleaños número 79. Pero no todos están de fiesta. En paralelo al evento, se están llevando a cabo protestas en los 50 estados y en la capital.
El evento central arrancará a las 6:30 p.m. (hora del Este) e incluirá un festival desde las 11 de la mañana, fuegos artificiales al caer la noche y un discurso del propio Trump. También habrá un concierto para cerrar la jornada. Ni siquiera el pronóstico de lluvia para la noche del sábado parece alterar los planes. “Si llueve, es buena suerte”, dijo Trump con ligereza durante el picnic del Congreso el jueves. Las Fuerzas Armadas ya han confirmado que el desfile se realizará con sol o con tormenta.
Pero mientras se prepara este espectáculo en Washington, el resto del país hierve. Cientos de organizaciones progresistas han convocado protestas bajo el lema “Sin Reyes”. El mensaje es claro: rechazo al culto a la personalidad, a las políticas autoritarias y al uso de recursos públicos para un evento que muchos ven como innecesario y cargado de simbolismo político. Las protestas también recogen el descontento por las recientes políticas migratorias del gobierno, que han generado indignación dentro y fuera del país.
La administración Trump no se ha quedado callada. A principios de semana, el presidente advirtió que cualquier intento de interrumpir el desfile será respondido con “fuerza excesiva”. Esa amenaza no ha hecho más que avivar el fuego entre los manifestantes, que denuncian un intento de silenciar la disidencia con tácticas represivas.
Los organizadores de las protestas han sido enfáticos: no se trata solo de este desfile. Para ellos, este evento simboliza una tendencia preocupante hacia la glorificación del poder militar y el autoritarismo. Las protestas no buscan sabotear la celebración del Ejército, sino cuestionar el propósito y el contexto del evento, en un momento político especialmente sensible.
Con marchas previstas en cada estado, la jornada de protestas ya está en marcha desde hace días, sumándose a semanas de movilización social. Lo que podría haber sido una celebración nacional se ha convertido en un campo de batalla simbólico entre quienes ven en Trump un líder firme y quienes lo consideran una amenaza para la democracia.
Al cierre de esta nota, el país se encuentra dividido entre aplausos y pancartas, con una jornada que, sin importar el clima, promete dejar huella.
