La región enfrenta desafíos estructurales sin precedentes. Cambio climático, tecnología y fragmentación agravan vulnerabilidad
El desarrollo humano en América Latina y el Caribe atraviesa un momento crítico. Según un nuevo informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), factores como la incertidumbre constante, el impacto del cambio climático, las crisis sociales y económicas recurrentes, y la desigualdad en la transformación tecnológica han frenado el progreso y evidenciado la fragilidad de los avances alcanzados en las últimas décadas.
“La forma en que se ha construido el desarrollo humano no ha sido resistente a los shocks”, advirtió Achim Steiner, administrador del PNUD. La región, aseguró, está atrapada en un escenario donde la incertidumbre dejó de ser excepción para convertirse en norma, y donde el andamiaje institucional se desploma con cada nueva crisis.
Avances desiguales y frágiles marcan el desarrollo reciente
El informe, elaborado por la economista Almudena Fernández, destaca que el crecimiento del Índice de Desarrollo Humano (IDH) —que mide salud, educación e ingresos— se ha desacelerado peligrosamente: de un crecimiento anual de 0,7 % entre 1990 y 2015, pasó a 0,3 % en los cinco años previos a la pandemia y apenas 0,2 % desde entonces.
El COVID-19 marcó el primer retroceso del IDH desde 1990 y, aunque la región ha mostrado signos de recuperación, no logra retomar la trayectoria previa. Las crisis concatenadas han dejado a más del 50 % de la población sin capacidad de afrontar eventos adversos sin impactos duraderos.
Además, una de cada cuatro personas en América Latina y el Caribe vive aún en pobreza, mientras que el 31 % se considera vulnerable, es decir, apenas por encima del umbral de pobreza, sin estabilidad.
Desigualdad digital, clima extremo y erosión de confianza
El informe advierte también sobre el impacto desigual de la transformación tecnológica: solo el 14 % de los latinoamericanos tiene habilidades digitales avanzadas, frente al 45 % en economías desarrolladas. En cuanto al acceso básico, la brecha es también profunda.
En paralelo, el cambio climático ya deja efectos tangibles: entre 2000 y 2019 se registraron 36,700 muertes anuales adicionales por calor, y solo en 2022, se perdieron $1,780 millones en productividad laboral por esa misma causa. En 2024, la temperatura promedio fue 2.3 °C mayor que la del período 1951-1980.
Todo esto sucede en un contexto de desconfianza institucional: según datos de Latinobarómetro, la confianza en los gobiernos cayó del 40 % al 30 %, y en la mayoría de las personas, del 20 % al 15 %.“Más de lo mismo no será suficiente”, sentenció Steiner. “La región necesita una nueva guía para el desarrollo, con la resiliencia como eje central y el ser humano en el centro de las políticas públicas”.
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