Ataques simultáneos en Guayaquil y el suroeste colombiano
Colombia y Ecuador viven días oscuros. Ataques armados casi simultáneos han dejado un saldo mortal de al menos once personas en dos puntos del continente: el suroeste colombiano y la ciudad de Guayaquil. En ambos casos, el control territorial por parte de grupos criminales y la respuesta del Estado vuelven a estar en el centro del debate.
En Colombia, la violencia se concentró en los departamentos de Cauca y Valle del Cauca. Allí, las disidencias de las FARC, lideradas por alias 'Iván Mordisco', desataron una serie de ataques que dejaron cuatro muertos, incluidos dos policías. La ofensiva —que incluyó hasta 16 atentados— se dio como una especie de "conmemoración" por el aniversario de la muerte de ‘Mayimbú’, otro cabecilla del grupo, abatido hace tres años por el Ejército.
El director de la Policía Nacional, general Carlos Fernando Triana, lo dijo sin rodeos: “En honor a ese criminal, esos delincuentes están arremetiendo en contra de la Policía”. En municipios como Corinto, Timbiquí y Caloto, las autoridades fueron blanco de coches bomba y explosivos. En Cali, la capital del Valle, varios ataques dejaron al menos dos civiles muertos y varios daños a instalaciones policiales.
El alcalde de Cali, Alejandro Eder, lanzó una frase que retrata la desesperación: “¿En qué momento terminamos en 1989?”. La referencia no es casual: la ciudad revive episodios propios de la época más violenta del narcotráfico.
Mientras tanto, el Gobierno colombiano intenta sostener diálogos de paz con distintos grupos armados, pero ya ha cerrado la puerta a las disidencias de 'Iván Mordisco', que abandonaron las negociaciones en abril.
Al sur del continente, en Ecuador, la situación no es menos crítica. En apenas una hora, Guayaquil fue escenario de tres ataques armados que dejaron siete personas muertas. El hecho más grave ocurrió en Peca, una zona comercial del oeste de la ciudad, donde cinco personas fueron asesinadas por hombres armados. Poco después, se reportaron dos ataques más en sectores del norte, Mucho Lote 1 y Villa España, donde murieron otras dos personas.
La respuesta del gobierno de Daniel Noboa fue inmediata: amplió por otros 30 días el estado de excepción que rige desde enero. La medida afecta a ocho provincias, incluyendo Guayas, Manabí y Quito. El decreto restringe la movilidad en varias ciudades, permite allanamientos sin orden judicial y refuerza la presencia militar en las calles.
Ecuador vive bajo una crisis de seguridad cada vez más profunda. Grupos criminales ligados al narcotráfico se han incrustado en la vida urbana, y la estrategia de mano dura, aunque visible, no ha logrado frenar la violencia.
Ambos países enfrentan un dilema compartido: el desafío de combatir estructuras criminales cada vez más organizadas, sin perder el control institucional ni ceder territorio. Por ahora, los muertos siguen aumentando y las respuestas del Estado siguen sin alcanzar el impacto que prometen.