Presión internacional por un relevo histórico y con perspectiva de género
Naciones Unidas se encamina hacia una transición histórica. El mandato del secretario general António Guterres, que concluye el 31 de diciembre de 2026, abre paso a una intensa carrera diplomática donde la expectativa gira en torno a una mujer latinoamericana. Sería la primera vez que una mujer lidera la organización multilateral más importante del planeta tras ocho décadas y nueve hombres al frente.
La rotación geográfica no escrita, habitual en la designación del cargo, señala que América Latina debería ocupar esta vez la Secretaría General, mientras voces globales claman por romper definitivamente el techo de cristal.
El propio Guterres ha dicho que “es hora de una mujer”. Y grupos como GWL Voices, liderado por expresidentas y diplomáticas, han lanzado la campaña #MadamSecretaryGeneral para promover candidaturas femeninas altamente calificadas, recoge Europa Press.
“Creemos firmemente que una mujer al frente puede revitalizar la ONU y responder a los ideales de una juventud global que exige más justicia, cooperación e inclusión”, subraya GWL Voices en un informe que denuncia la persistente desigualdad de género en los organismos internacionales.
Según los datos de la organización, solo un 7% de los embajadores permanentes ante la ONU han sido mujeres y más de 70 países nunca han tenido una mujer como representante permanente.
Latinoamérica ofrece liderazgos femeninos de talla internacional y experiencia onusiana
En este contexto, ya suenan varios nombres femeninos con peso y experiencia en la diplomacia multilateral: la costarricense Rebeca Grynspan, la mexicana Alicia Bárcena, la ecuatoriana María Fernanda Espinosa y la expresidenta chilena Michelle Bachelet, quien ha admitido que “quizás” se postule. Bárcena, actual ministra de Medio Ambiente de México, afirmó: “Es tiempo de mujeres”, sin confirmar su candidatura, pero respaldando a cualquier mujer de la región que se presente.
Pese al llamado a la paridad, ya hay al menos un hombre interesado: el argentino Rafael Grossi, actual director del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), quien ha dejado entrever que podría presentarse cuando se abra formalmente el proceso. “No haré campaña. Mi trabajo es mi campaña”, dijo al Financial Times.
En abril, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) publicó un comunicado apoyando que la región ocupe la Secretaría General de la ONU en 2027. Aunque Argentina, Paraguay y Nicaragua se desmarcaron, la declaración refleja un consenso regional mayoritario en torno a que ha llegado el turno de América Latina… y, cada vez más, el de una mujer.
Entre el veto geopolítico y la urgencia de representatividad real
Sin embargo, el proceso de elección es complejo y geopolítico. Aunque los 193 Estados miembros votan en la Asamblea General, la recomendación previa la realiza el Consejo de Seguridad, compuesto por 15 miembros —cinco con poder de veto—, donde los equilibrios globales suelen frenar candidaturas rupturistas.
Además, el avance de posiciones conservadoras en países como Argentina, bajo la administración de Javier Milei, ha puesto en duda que la paridad de género sea un objetivo prioritario. GWL Voices advierte que “la tensión en el sistema internacional hace que algunos gobiernos no consideren urgente la equidad de género en los organismos multilaterales”.
Aun así, la posibilidad de que una mujer latinoamericana lidere la ONU nunca ha estado tan cerca. Si las candidaturas se concretan y los países logran el consenso necesario, el año 2027 podría marcar un antes y un después en la historia de Naciones Unidas. Un paso esperado, simbólico y necesario.
