Los festejos degeneran en caos, violencia y críticas cruzadas al gobierno tras celebración futbolística nacional
Francia celebra un nuevo título continental, pero a un precio que ha encendido las alarmas institucionales y ha dividido aún más al país en torno al uso de la fuerza, la gestión del orden público y el papel del fútbol como catalizador de tensiones sociales.
Lo que debía ser una noche de júbilo por el triunfo del París Saint-Germain (PSG) en la final de la Champions League terminó convirtiéndose en un escenario de caos nacional. Una ola de disturbios dejó un saldo de dos muertos, 192 heridos y 559 detenidos, con París como epicentro de los enfrentamientos más violentos.
La Prefectura de Policía confirmó que 491 personas fueron arrestadas solo en la capital, mientras que otras 68 detenciones se produjeron en distintas regiones del país.
Entre los heridos figuran 22 agentes de seguridad y siete bomberos, destacando el caso de un policía en coma inducido tras recibir un impacto directo de un petardo en el departamento de La Mancha.
Los incidentes más graves incluyeron 692 incendios, con 264 vehículos calcinados, saqueos a comercios —entre ellos una zapatería—, y múltiples accidentes de tráfico. En Grenoble, un conductor arrolló a cuatro miembros de una misma familia, uno de ellos en estado crítico. El agresor, tras abandonar el vehículo y huir, se entregó minutos después a la policía.
El gobierno endurece el discurso mientras las redes se polarizan aún más
En medio del descontrol, los discursos políticos se intensificaron. El ministro del Interior, Bruno Retailleau, calificó a los responsables de los disturbios como "bárbaros y matones" y exigió una actuación "enérgica" de las fuerzas de seguridad. “Es intolerable que no se pueda celebrar sin temer al salvajismo de una minoría”, expresó.
El primer ministro François Bayrou también envió un mensaje de apoyo a los cuerpos de seguridad, mientras que la ultraderecha aprovechó la situación para arremeter contra el Gobierno. Jordan Bardella, presidente de Agrupación Nacional, aseguró:
“París se ha convertido en un patio de recreo para la escoria. Siempre los mismos perfiles, siempre la misma impotencia estatal.”
Desde la izquierda, el diputado de La Francia Insumisa, Antoine Léaument, responsabilizó directamente al Gobierno por el caos. Denunció en la red X que Retailleau había "organizado el caos con gases lacrimógenos", afectando a manifestantes pacíficos. “Hay que detener a quienes saquean, sí, pero reprimir sin distinción es inaceptable”, añadió.
Las celebraciones oficiales por la victoria del PSG seguirán adelante este domingo, con una visita del equipo al Palacio del Elíseo y un desfile por las calles de París. Sin embargo, el temor persiste. Desde dentro del propio club, el extremo Ousmane Dembélé pidió calma en declaraciones a la CBS: “¡Nada de violencia, por favor! Estemos tranquilos, estamos celebrando.”
Con datos de Europa Press.