Musk renuncia al DOGE tras criticar el plan fiscal de Trump por “aumentar el déficit”
Washington.- El empresario Elon Musk ha decidido cerrar su polémico capítulo como “empleado especial del Gobierno” de Donald Trump, liderando el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE). Lo hizo público este miércoles a través de su red social X, tras mostrar su decepción con la reciente reforma fiscal impulsada por el expresidente estadounidense.
“A medida que mi tiempo programado como empleado especial del Gobierno llega a su fin, me gustaría agradecer al presidente, Donald Trump, por la oportunidad de reducir el gasto derrochador”, escribió Musk, sin ocultar su frustración con una administración que, según él, ha traicionado sus principios de austeridad.
La decisión se produce apenas 24 horas después de que, en una entrevista con CBS, Musk criticara duramente el nuevo paquete fiscal aprobado por la Cámara de Representantes. “Me decepcionó ver el enorme proyecto de ley de gastos, que aumenta el déficit presupuestario, no lo reduce”, sentenció el magnate sudafricano.
Desde la Casa Blanca, fuentes citadas por la misma cadena confirmaron que Musk dejará oficialmente el cargo en la noche del miércoles (madrugada del jueves en España), aunque su influencia ya venía diluyéndose desde hace semanas.
Del entusiasmo inicial a la fractura
El nombramiento de Musk como cabeza del DOGE fue una de las jugadas más inesperadas del segundo mandato de Trump. El organismo, creado supuestamente para combatir el “despilfarro burocrático”, fue presentado con bombos y platillos como un intento de “modernizar” la administración federal. Su nombre —un acrónimo que, intencionadamente o no, coincide con la criptomoneda meme que Musk ayudó a popularizar— fue apenas la primera señal del tono disruptivo que tendría su gestión.
Sin embargo, el plan pronto comenzó a generar tensiones. Bajo la dirección de Musk, el DOGE se convirtió en una agencia altamente polémica: despidió a miles de empleados del gobierno federal, redujo programas de cooperación internacional y congeló contrataciones en varias dependencias clave. Sus defensores lo llamaban “una poda necesaria”; sus críticos, “una purga política disfrazada de eficiencia”.
Musk defendía su visión bajo el argumento de que “el Gobierno debería operar como una startup”. Pero ese mantra encontró sus límites en la realidad fiscal y política de Washington. La gota que colmó el vaso fue el paquete de reforma fiscal recientemente aprobado en la Cámara de Representantes, por un solo voto de diferencia. Aunque extiende los recortes de impuestos de 2017, el plan también contempla un aumento significativo del gasto militar y de políticas migratorias, agravando el déficit fiscal.
Trump, por su parte, restó importancia a las quejas de Musk. “No podemos estar recortando, necesitamos conseguir mucho apoyo”, respondió el presidente al ser consultado sobre las críticas. Un mensaje claro de que la prioridad ya no es la reducción del tamaño del Estado, sino consolidar el respaldo legislativo de cara a un año electoral decisivo.
Tesla en crisis y señales de retiro
La renuncia de Musk también tiene una dimensión empresarial ineludible. En abril, Tesla —el buque insignia del imperio del empresario— reportó una caída del 71% en beneficios. En ese contexto, Musk anunció que reduciría su rol como asesor gubernamental, priorizando la recuperación de sus negocios.
La presión de los accionistas y los malos resultados financieros llevaron a cuestionar si el tiempo que dedicaba a la política estaba perjudicando su rendimiento como CEO. La respuesta, al parecer, ha llegado en forma de salida oficial del DOGE.
¿Y ahora qué?
Con esta renuncia, Elon Musk cierra un capítulo poco convencional en su ya inusual carrera. Su paso por la administración pública fue breve pero cargado de titulares: despidos masivos, disputas internas y una ruptura pública con quien había sido su mayor aliado político.
Queda por ver qué ocurrirá con el Departamento de Eficiencia Gubernamental. Si bien Musk dijo confiar en que el DOGE “se fortalecerá con el tiempo a medida que se convierta en una forma de vida en todo el Gobierno”, la realidad es que el organismo quedó tocado desde sus inicios y podría enfrentar ahora un proceso de reestructuración o incluso desmantelamiento.
Para Trump, la salida de Musk representa una pérdida simbólica. Para Musk, es quizás una liberación. Su relación con la política, tan volátil como sus declaraciones en redes sociales, podría haber encontrado su límite.
Pero si algo ha demostrado el multimillonario sudafricano es que nunca se queda quieto por mucho tiempo. Su próxima jugada —como casi siempre— será impredecible.