Grupos extremistas se han montado en la agenda contra inmigrantes que imponen ultras y populistas mundialmente.
La polarización descarnada, la descalificación de toda autoridad o liderazgo, la legitimación de la mentira como arma de destrucción masiva minan lentamente las bases de la democracia. Y los partidos políticos parecen ajenos al preocupante fenómeno. Siempre que el difamado sea “el otro”, no importan los embates de la canalla mediática, parecen conformarse.
Desde la cuneta cualquier tipo esparce estiércol contra bastiones morales, dispara contra personas con acreditada historia de lucha democrática sin el menor rubor y bajo el alegato del ejercicio de la libre expresión. No importan los derechos a la imagen e integridad. Cuando se intenta reparación del daño en los tribunales, entonces alegan persecución y hasta encuentran algunos respaldos, que incluye a políticos oportunistas y cobardes.
Si nada sirve, probemos con quién sea, sin importar su ignorancia, falta de referentes democráticos, dudosa reputación. Es lo que ha ocurrido en otras naciones, en muchos casos con apoyo de partido tradicionales que asumen neutralizarían o asimilarían al advenedizo. Sobran los ejemplos de finales diferentes y traumáticos.
Grupos extremistas se han montado en la agenda contra inmigrantes que imponen ultras y populistas mundialmente; que niegan derechos a las mujeres, minorías logrando apoyo ciudadano, visualizado en encuestas. Esto ha provocado que oficialistas y opositores disputen las medidas más extremas.
El gobierno llegó al exceso de perseguir y deportar parturientas, ante los reclamos de los ultras y las críticas de la oposición, hasta que afloraron formales reclamos de sectores productivos que entienden imprescindibles a los obreros haitianos en la agroindustria, construcción y en algunos servicios. El presidente Abinader llegó a acuerdos preliminares con los expresidentes Mejía, Medina y Fernández para buscar una salida nacional al riesgo a la seguridad nacional que implica la violencia en Haití y los flujos migratorios, pero este proceso en el CES apenas inicia.
Mientras los grupos extremistas y acompañantes mediáticos se sienten envalentonados por la validación del partidarismo oportunista y temeroso, impugnan decisiones y propuesta que van más allá del tema migratorio, sin el conocimiento mínimo de los temas. Ocurre con el proyecto de Ley Orgánica de Libertad de Expresión y Medios Audiovisuales.
Los partidos políticos rehúsan asumir asuntos coyunturales con visión estratégica y parecen minar el sistema que le posibilita vigencia, con asiento formal en la Constitución, pese a que ven las barbas de muchos vecinos arder.
Son numerosos los errores y divisiones, sin que los votantes se alejen definitivamente de las urnas. Siguen apegados a los colores y siglas, pero la magia comienza a desaparecer como se evidencia en la abstención en las elecciones de los últimos años.
Los partidos en nada se diferencian, privilegian el clientelismo y colocan en sus boletas a personas “en conflicto con ley” (¡qué hermoso!), algunos ya con condenas por narcotráfico en los Estados Unidos. A nivel local, varios congresistas figuran en investigaciones y expedientes criminales.
Dirigentes de las tres grandes organizaciones políticas se disputan cercanías y apoyo de figuras de enormes ruidos en las redes sociales, sin importarles las campañas contra sus compañeros, que hacen mella al sistema de partidos.
Organizaciones grandes y pequeñas solo hicieron sonar las alarmas cuando el Tribunal Constitucional dispuso que la JCE presentara un proyecto de ley, que validara las candidaturas independientes. Entonces, todos a una. Ahora buscan afanosamente un atajo que impida candidatos independientes. Temen que dinero de dudoso origen (casi siempre se conoce perfectamente cómo el dadivoso sujeto obtuvo el dinero) abra amplias trochas en el mercado electoral, pero no muestran preocupación ni arrepentimiento de que llene las arcas partidarias.
Ya constitucionalizados en 2010, los partidos políticos deberían ser los guardianes de la democracia.
Evitemos las aventuras. Pregunten en USA.