Infraestructura policial está bajo ataque sistemático por bandas criminales organizadas
La pandillas en Haití buscan crear el caos en la nación caribeña, situación que le beneficia para lograr sus objetivos y más si logran desarticular los medios de los que están designados a mantener o en este caso a restaurar el orden social como son los policías, pero sus capacidades son cada vez más precarias.
Según un comunicado del Ministerio de Justicia y Seguridad Pública, en una ofensiva implacable, las pandillas armadas han logrado destruir o dañar el 75 % de la infraestructura policial en Haití. Esta embestida se inscribe en un contexto donde las bandas buscan desestabilizar por completo el orden institucional para fortalecer su dominio territorial y social.
Desde el 1 de enero hasta la fecha, al menos 50 comisarías y subcomisarías han sido atacadas y destruidas. En el mismo periodo, 18 agentes de la Policía Nacional y ocho soldados del Ejército fueron asesinados en enfrentamientos, de acuerdo con cifras oficiales citadas por el portal digital Haïti Libre que recoge Prensa Latina.
La violencia ha obligado a más de un millón de personas a abandonar sus hogares, huyendo del fuego cruzado, la inseguridad permanente y la amenaza constante de secuestro, violación o muerte.
Reclamos urgentes desde una fuerza policial al borde del colapso
En medio del colapso institucional, el Sindicato Nacional de Policía de Haití (SPNH-17) ha elevado su voz para reclamar condiciones mínimas para enfrentar el desafío.
Entre las demandas más urgentes destacan: aumento salarial ante el alto costo de vida, pago inmediato de salarios atrasados, acceso a créditos bancarios rápidos y transparentes, financiamiento constante de sus tarjetas de débito y cobertura efectiva de seguro médico y seguros de vida.
Además, el sindicato pide un trato más humano y digno para las familias de los agentes caídos. Entre las exigencias: sueldos mensuales para las viudas, hasta que vuelvan a contraer matrimonio, y ayuda económica para los hijos de los policías asesinados hasta completar sus estudios universitarios.
También reclaman dormitorios limpios, higienizados y completamente equipados, condiciones básicas que, según la Red Nacional para la Defensa de los Derechos Humanos, no se están cumpliendo en muchas de las unidades policiales del país.
La situación en Haití se deteriora a pasos acelerados, y la desarticulación de las fuerzas del orden —por acción directa de las pandillas y por omisión del Estado— abre el camino a un vacío de poder que amenaza con convertir al país en una zona totalmente ingobernable. La urgencia de una intervención, sea interna o internacional, parece cada día más inevitable.