Especialistas piden regulación equilibrada y respeto a las comunidades. Modelo inmobiliario transforma barrios y dinamiza la economía dominicana
El modelo de alquileres de renta corta, que permite arrendar propiedades por noches o semanas, ha dejado de ser una novedad turística para consolidarse como una estrategia de inversión y desarrollo en la República Dominicana. Desde apartamentos en la capital hasta villas en zonas costeras, esta modalidad ha generado ingresos directos, atraído inversión extranjera y revitalizado espacios antes olvidados.
Así lo sostienen Francisco Irizarry, CEO de Yellowkey Rentals, y Yajaira Sosa, presidenta de la Asociación Dominicana de Rentas Cortas (Adoreco), quienes coinciden en que el país está ante una oportunidad única para fortalecer un sector que ya muestra signos de madurez y especialización. Ambos expresaron sus opiniones en el Inmobiliario.

El modelo avanza pero requiere profesionalización y visión estratégica
Para Irizarry, quien administra más de 100 propiedades, el mercado dominicano de rentas cortas ya no es emergente, sino que entra en una fase de consolidación. “El reto ahora es elevar la calidad del servicio y profesionalizar la gestión para mantener la competitividad”, afirmó en la entrevista con citado medio especializado.
Asegura que la saturación ya se siente en algunos destinos clave, pero el mismo mercado se está autorregulando. “Con las restricciones de muchos edificios a las rentas cortas, se está depurando el inventario y concentrando la oferta en proyectos diseñados para este fin”, explicó. Esto —según él— elevará los precios, mejorará la experiencia del huésped y brindará mayor estabilidad.
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No obstante, advirtió que una regulación mal diseñada podría frenar el crecimiento. “La clave es encontrar el equilibrio. Si se pierde la confianza del inversionista, se detiene la construcción, y eso impacta directamente en la economía”, alertó.
Un modelo con impacto social si se gestiona con visión local
Desde su rol como representante gremial, Yajaira Sosa asegura que la renta corta va más allá de un modelo de alojamiento. “Ha incentivado la inversión responsable, la formalización y el acceso al financiamiento. Muchas familias hoy viven de este modelo y han mejorado su calidad de vida”, declaró.
Sosa considera que esta modalidad ha tenido un efecto transformador en comunidades vulnerables: “Ha ayudado a recuperar espacios abandonados, fortalecer la seguridad y dinamizar las economías locales”.

Insiste en que el país tiene una oportunidad histórica de construir un modelo regulado a partir del diálogo, la inclusión y la realidad dominicana. “Una norma debe proteger a las comunidades, respaldar a los anfitriones responsables y evitar la informalidad. Regular sin escuchar solo genera resistencia y desorden”, puntualizó.
Ambos coinciden en que es necesario un marco normativo claro, proporcional y aplicable que distinga entre operadores formales e improvisados, garantice la calidad y preserve la identidad de los barrios.
Lecciones desde Europa: el caso español como advertencia
La conversación surge tras la decisión del gobierno español de eliminar más de 66 mil anuncios ilegales de Airbnb por uso de licencias falsas y falta de transparencia. Consultados sobre si algo así podría replicarse en el país, ambos expertos ofrecieron respuestas matizadas.
“Sí, podrían inspirar ciertas medidas aquí, pero es clave que se adapten al contexto dominicano”, dijo Irizarry, para quien una legislación clara permitiría elevar el estándar de servicio y proteger al huésped.
Sosa fue aún más enfática: “Sí, especialmente si las decisiones regulatorias se toman sin considerar la realidad del sector ni incluir en el diálogo a quienes lo representan legítimamente”.
Ambos advirtieron que una sobrerregulación descontextualizada podría tener efectos negativos, tanto para la inversión como para el desarrollo comunitario. No obstante, ambos apuestan por un modelo sostenible, regulado con participación y que represente un orgullo nacional.
“Este fenómeno puede consolidarse como una vía legítima para el desarrollo integral, la regeneración comunitaria y la sostenibilidad”, concluyó Sosa, al tiempo que llamó a construir una normativa que respete la cultura local y valore el aporte de quienes sostienen esta industria desde lo cotidiano.