El cambio en la vegetación podría predecir actividad volcánica peligrosa
Los satélites de la NASA están revelando una nueva manera de predecir erupciones volcánicas: observando el comportamiento de los árboles. Investigadores descubrieron que la vegetación cercana a volcanes activos se torna más verde y frondosa cuando el magma empieza a ascender desde el subsuelo, liberando dióxido de carbono (CO₂) que las plantas absorben rápidamente.
Este cambio sutil en el color y la densidad de las hojas puede ser captado por satélites como Landsat 8 o el Sentinel-2 de la Agencia Espacial Europea, abriendo la posibilidad de utilizar la vegetación como una alarma natural de actividad volcánica inminente.
Los científicos, armados con esta hipótesis, están combinando las imágenes satelitales con datos obtenidos desde aviones, como parte del proyecto AVUELO (Experimento Unificado de Validación Aerotransportada: Tierra-Océano), que recientemente voló sobre zonas volcánicas de Panamá y Costa Rica.
Detectar el CO₂ antes del desastre
El mayor reto en la predicción de erupciones es detectar las emisiones tempranas de dióxido de carbono, ya que estas suelen preceder a la salida del más fácilmente visible dióxido de azufre. Sin embargo, como explica el vulcanólogo Robert Bogue, el CO₂ volcánico es difícil de aislar en el ambiente, porque los niveles atmosféricos son ya elevados.
La clave podría estar, entonces, en observar cómo reaccionan los árboles al CO₂ en lugar de intentar medirlo directamente. Esa es la base del innovador enfoque de científicos como Nicole Guinn, de la Universidad de Houston, quien ha analizado imágenes satelitales del volcán Etna en Italia y encontró una fuerte correlación entre el verdor de la vegetación y las emisiones volcánicas.
Por su parte, el climatólogo Josh Fisher, de la Universidad de Chapman, dirige investigaciones en el volcán Rincón de la Vieja, en Costa Rica, para validar sobre el terreno las señales satelitales mediante el análisis de hojas y gases, reseña Europa Press.
Un campo científico interdisciplinario en expansión
Este trabajo marca una colaboración sin precedentes entre vulcanólogos, ecólogos y climatólogos, donde la naturaleza ofrece pistas visuales que podrían salvar vidas. Como afirma Fisher: “Los árboles nos muestran cómo será el futuro en un mundo con mayores niveles de dióxido de carbono, y también nos advierten cuando la Tierra está a punto de rugir”.
Sin embargo, la técnica tiene sus limitaciones. Muchos volcanes no poseen suficiente vegetación como para permitir este tipo de monitoreo satelital, especialmente en climas áridos o altitudes elevadas. Aun así, la idea de convertir la vegetación en una red de sensores naturales está captando cada vez más atención en la comunidad científica.
En un mundo con más de 1,350 volcanes potencialmente activos, toda herramienta que permita anticipar una erupción puede hacer la diferencia. Y ahora, gracias a los árboles y los satélites, la Tierra está empezando a hablar en un idioma que los científicos pueden entender.