El foro en Santa Marta exige un turismo con rostro humano impulsado por un cambio ético y sostenible urgente
El II Foro Iberoamericano de Turismo, celebrado en Santa Marta, Colombia, concluyó con una consigna tan clara como desafiante: el futuro del turismo debe ser humano, resiliente y colaborativo. Atrás quedó la lógica extractivista del turismo depredador. Ahora se exige responsabilidad compartida, ética y justicia territorial.
Durante el evento, más de 600 participantes presenciales y cientos de asistentes virtuales discutieron cinco ejes temáticos, tres conferencias magistrales y una sesión clave sobre el rol de los centros históricos como motores de transformación urbana y sostenibilidad cultural. El mensaje fue directo: sin compromiso local, el turismo fracasa.
Representantes del sector empresarial, gobiernos, agencias de cooperación, comunidades y organismos multilaterales coincidieron en que no habrá turismo inteligente sin humanidad, inclusión ni ética. La exigencia: romper con modelos extractivos y construir destinos que dignifiquen tanto al visitante como al residente., recoge Europa Press
Centros históricos y comunidades locales exigen protagonismo y respeto pleno
Uno de los focos candentes del foro fue la revitalización de los centros históricos iberoamericanos, resaltados como piezas clave para dinamizar la economía local y preservar el alma urbana. Pero el clamor fue unánime: no más intervenciones turísticas sin consulta comunitaria.
Panelistas advirtieron que las inversiones en patrimonio solo son sostenibles si el turismo se convierte en motor económico real. Se compartieron experiencias de transformación urbana que han permitido a espacios olvidados renacer como destinos vivos y funcionales.
Pero el verdadero giro estuvo en el enfoque comunitario. El foro rompió el molde al exigir que las comunidades locales pasen de ser espectadoras a ser protagonistas. Líderes empresariales y comunitarios exigieron que la cultura, el conocimiento y los territorios de las comunidades dejen de ser mercancía y pasen a ser valor compartido.
También se debatió con firmeza sobre cómo frenar la competencia informal, invertir en mujeres y jóvenes, y garantizar que el turismo no expulse a los habitantes, sino que los empodere y los beneficie directamente. Se plantearon políticas públicas con enfoque territorial, y se urgió al Estado a asumir su rol como garante de derechos y no solo como promotor económico.
Turismo indígena y empresarial coinciden: rentabilidad sin justicia no es progreso
El turismo indígena se alzó como una alternativa poderosa y urgente. En un panel revelador, se denunció que durante años el turismo ha ignorado las cosmovisiones, el conocimiento ancestral y las estructuras organizativas de los pueblos originarios. Eso debe acabar.
Los panelistas exigieron marcos legales claros que garanticen la distribución justa de beneficios, así como un modelo construido “desde adentro”, respetuoso de sus tiempos, culturas y modos de vida. Se reafirmó que la hospitalidad indígena es una experiencia única que debe ser defendida frente al turismo masivo y uniforme.
Por su parte, el panel "Rentabilidad con propósito" fue un llamado de atención al sector privado: hacer dinero no puede seguir siendo excusa para contaminar, excluir y precarizar.
Se discutieron temas urgentes como la aviación sostenible, la economía circular, el empleo juvenil, la accesibilidad y la digitalización, pero con una premisa radical: el turismo debe mejorar vidas, no solo enriquecer cuentas.
En la recta final, el presidente de ATA, Lorenzo Amor, subrayó que el turismo debe ser una política de Estado con planificación, ejecución y rendición de cuentas. Y Antonio López de Ávila, de ONU Turismo, insistió en que la gobernanza inteligente debe integrar a las comunidades locales y promover la eficiencia en el uso de los recursos naturales.
El cierre, a cargo de Narciso Casado, secretario permanente de CEIB, confirmó que Honduras será la próxima sede del foro en 2026.
La promesa: seguir construyendo un turismo con rostro humano, donde el desarrollo no se mida solo en divisas, sino en dignidad.