El nuevo Pontífice explica que eligió su nombre por los desafíos de la era digital
ROMA, 10 de mayo. Europa Press. El eco de una elección papal siempre resuena más allá de los muros del Vaticano. Pero esta vez, con la llegada de León XIV, no solo hay continuidad espiritual. Hay una clara señal de que la Iglesia se prepara para un nuevo tiempo. El flamante Pontífice explicó este sábado a los cardenales la razón que lo llevó a elegir su nombre: afrontar una nueva revolución industrial marcada por el auge de la inteligencia artificial.
En un encuentro privado que duró cerca de dos horas, el Papa compartió sus reflexiones con el Colegio Cardenalicio. El discurso, divulgado por la Oficina de Prensa de la Santa Sede, estuvo cargado de referencias al pasado, pero sobre todo de mirada hacia el porvenir.
“Pensé en el nombre de León XIV por varias razones, pero sobre todo por León XIII, quien con la encíclica Rerum novarum enfrentó los desafíos sociales de la primera revolución industrial. Hoy, la Iglesia debe responder a otra revolución: la tecnológica, impulsada por la inteligencia artificial”, expresó con firmeza.
Según el nuevo Papa, esta etapa de cambios trae consigo interrogantes sobre la justicia social, la dignidad humana y el trabajo, ejes centrales del pensamiento social de la Iglesia. “Ofrecemos nuestro patrimonio de doctrina social como respuesta a los nuevos desafíos”, subrayó.
León XIV hizo también un llamado a la unidad y la continuidad con las reformas iniciadas en el Concilio Vaticano II, y actualizadas por su predecesor, el Papa Francisco, en la exhortación Evangelii Gaudium. De ella destacó elementos que considera prioritarios: el regreso al centro del mensaje de Cristo, la misión compartida de toda la comunidad, el crecimiento de la colegialidad, y el cuidado de los más vulnerables.
“Recojamos la herencia de Francisco”, pidió, haciendo énfasis en su estilo de vida sencillo, su abandono en Dios y su serena despedida. “Su entrega total al servicio es el legado que nos deja. Continuemos el camino con la misma esperanza que brota de la fe”.
El Pontífice también aprovechó el momento para reconocer la labor de quienes lo acompañan en esta etapa. Agradeció especialmente al cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio, y al camarlengo Kevin Joseph Farrell, por sus roles clave durante la sede vacante y el cónclave. Hubo también palabras de recuerdo para los cardenales ausentes por razones de salud.
Visiblemente consciente de la responsabilidad que asume, León XIV dijo sentirse sobrepasado por la magnitud del cargo, pero confortado por la cercanía de sus colaboradores y, ante todo, por la certeza de la ayuda divina. “Sé que no estoy solo. El Señor no abandona a quien Él mismo ha llamado”.
El Papa cerró su intervención con una evocación del mensaje de san Pablo VI en los inicios de su ministerio: un deseo de que una “gran llama de fe y de amor” ilumine al mundo, promueva la colaboración entre los pueblos y atraiga la benevolencia divina sobre toda la humanidad.
La reunión continuó con una conversación abierta en la que varios cardenales tomaron la palabra. Según Matteo Bruni, portavoz del Vaticano, se trataron temas que ya habían surgido en las congregaciones generales previas al cónclave.
León XIV no solo ha iniciado un nuevo papado. Ha marcado el tono de lo que quiere que sea su tiempo al frente de la Iglesia: un tiempo de escucha, adaptación y diálogo con un mundo cada vez más dominado por lo digital. Si León XIII enfrentó los albores del capitalismo industrial, León XIV se prepara para guiar a la Iglesia en la era de los algoritmos.