Familiares, amigos y el país despiden a una mujer entregada al prójimo
Santo Domingo, República Dominicana. – Este viernes, el país despidió con respeto y profunda gratitud a doña Mery Pérez Marranzini, una mujer cuya vida fue sinónimo de entrega, lucha y amor al prójimo. A los 98 años, partió quien fue fundadora de la Asociación Dominicana de Rehabilitación (ADR) y figura clave en el desarrollo de una red de apoyo para personas con discapacidad en la República Dominicana.

El sepelio se llevó a cabo en el Cementerio Puerta del Cielo, donde familiares, colaboradores, allegados y representantes de múltiples sectores acudieron a rendir tributo a una figura que, más allá de sus obras, sembró un ejemplo de compromiso humano y servicio incondicional.
“Ella vivió para servir”, expresó entre lágrimas su hijo Celso Marranzini, quien encabezó el acto junto a sus hermanos. “Murió rodeada del amor de su gente”. Celso recordó el momento en que, tras ser diagnosticado con poliomielitis en 1954, su madre decidió convertir el dolor en motor de acción. Así nació Rehabilitación, institución que desde 1963 ofrece atención integral a miles de dominicanos.
Durante la misa de cuerpo presente, el padre Eulogio destacó su humildad, su fe cristiana inquebrantable y su entrega sin límites a los más vulnerables. “Doña Mery no solo fundó una institución; fundó una filosofía de vida centrada en la dignidad humana”, dijo.
La despedida fue sencilla, como ella lo habría querido. Muchos depositaron flores junto a su tumba, otros dejaron cartas de agradecimiento. Varias personas optaron por realizar donaciones a la ADR, siguiendo su voluntad y reafirmando su deseo de que su legado perdure más allá de su presencia física.
Nacida el 20 de septiembre de 1926, María Altagracia Pérez Pintado de Marranzini fue hija de Celso Pérez López y Carmen Pintado. Se casó en 1949 con Constantino Marranzini y fue madre de cuatro hijos, abuela de 14 nietos y bisabuela de 28. Detrás de su porte sereno y discreto, habitaba una fuerza incansable y una convicción firme: que toda persona, sin importar su condición, merece oportunidades reales para vivir con dignidad.

A lo largo de seis décadas, doña Mery fue el rostro visible y el corazón operativo de Rehabilitación. La institución que levantó hoy cuenta con 34 centros distribuidos por todo el país y atiende a un promedio de 7,500 personas al día, sin distinción económica. “Conseguía lo imposible, unía voluntades. Donde otros veían barreras, ella veía posibilidades”, recuerda su hijo Celso.
- Su pensamiento quedó registrado desde los inicios. En 1959, ante el Club Rotario de Santo Domingo, dejó clara su visión: “El verdadero concepto de rehabilitación se basa en la filosofía de que la persona con discapacidad debe lograr el máximo de independencia posible”. Esa idea se convirtió en el pilar de la institución y aún guía su accionar.
Sus familiares agradecieron las incontables muestras de afecto y anunciaron que las honras fúnebres se realizarán en estricta intimidad. Una misa conmemorativa abierta al público será anunciada próximamente.
Doña Mery Pérez Marranzini no solo deja una institución sólida; deja una comunidad agradecida, una nación inspirada y un modelo de vida centrado en la solidaridad activa. Su partida marca el fin de una era, pero su legado continúa latiendo en cada historia de superación que hizo posible.