La tensión en Cachemira escala tras ataques y despliegues militares,
MADRID, 9 MAY – El Ejército de Pakistán ha enviado un mensaje claro a Nueva Delhi: no habrá distensión tras los recientes ataques en la región de Cachemira. “Con los daños que India ha causado en nuestro país, es necesario que reciban un golpe”, declaró el portavoz militar Ahmed Sharif Chaudhry, visiblemente tajante. La tensión entre las dos potencias nucleares vuelve a encenderse, y esta vez el discurso no deja espacio para interpretaciones conciliadoras.
Las declaraciones de Chaudhry llegan en un contexto crítico. Al menos cinco personas murieron en las últimas horas por bombardeos indios sobre la Cachemira administrada por Pakistán. Según Islamabad, en los últimos días el número de víctimas supera los 30. “Hasta ahora nos hemos estado protegiendo, pero habrá una respuesta a su debido tiempo”, advirtió el portavoz, mencionando la posible utilización de drones como parte de la estrategia defensiva.
India, por su parte, acusa a Pakistán de estar detrás del atentado que el pasado 22 de abril dejó 26 muertos —en su mayoría turistas— en la ciudad india de Pahalgam, también en Cachemira. Chaudhry desestimó la acusación, señalando que Nueva Delhi intenta manipular la narrativa internacional. “¿Es acaso la primera vez que India utiliza un atentado para cumplir sus objetivos internos?”, lanzó, acusando a India de encubrir su historial de violencia contra civiles cachemires y musulmanes.
El ejército indio sostiene que identificó a los responsables del atentado apenas diez minutos después del ataque, algo que, según Pakistán, evidencia la falta de seriedad y transparencia. “En el siglo XXI todo deja huella electrónica. Si el ataque vino desde Pakistán, que presenten las pruebas”, desafió Chaudhry, pidiendo una investigación internacional independiente.
En paralelo, el Gobierno indio ha reforzado su postura militar al activar a la mitad del Ejército Territorial, su principal fuerza auxiliar. Catorce de sus 32 batallones, con unos 40.000 efectivos en total, han sido desplegados en las zonas de mando más sensibles, incluyendo Cachemira. Esta movilización, que se mantendrá hasta febrero de 2028, representa una de las medidas más firmes en años recientes para asegurar el control del territorio disputado.
Ambos países se acusan mutuamente de fomentar el terrorismo. Mientras Pakistán responsabiliza a India por la violencia dentro de su territorio, Nueva Delhi insiste en señalar a Islamabad como promotor de grupos extremistas activos en la región. En este ambiente enrarecido, la posibilidad de diálogo parece lejana.
Lo que está claro es que la línea de control entre India y Pakistán en Cachemira se ha convertido, una vez más, en un frente de guerra latente. Las palabras de Chaudhry reafirman que la escalada continúa: “Esto debe terminar, pero no sin justicia. Si hay pruebas, que hablen. Si no, responderemos cuando lo consideremos justo”.
