Los mercados financieros minimizan señales de transformación monetaria sin precedentes
Los mercados internacionales están ignorando lo que podría convertirse en uno de los cambios financieros más significativos del siglo XXI: la pérdida progresiva de influencia del dólar estadounidense como moneda dominante. Según Nigel Green, director ejecutivo del grupo financiero independiente deVere, los inversores están subestimando no solo la caída en el valor del dólar, sino también el debilitamiento de su rol como moneda de reserva global.
En lo que va del año, el dólar ha registrado su peor inicio desde 2008, con una caída superior al 4% en el índice DXY, indica Green.
Añade que este descenso coincide con expectativas de recortes en las tasas de interés por parte de la Reserva Federal, el regreso del proteccionismo comercial y el aumento de la inestabilidad geopolítica.
Green sostiene que lo que se está viendo no es una volatilidad puntual, sino “la fase inicial de una erosión sostenida” del dominio monetario estadounidense.

La supremacía del dólar se diluye en un entorno multimoneda emergente
El proceso de desdolarización ya está en marcha. Según el Fondo Monetario Internacional, el dólar representa ahora menos del 59% de las reservas globales, una caída notable desde el 70% registrado a inicios de siglo. Este descenso responde a factores estructurales y estratégicos: mientras las economías emergentes fortalecen sus sistemas financieros, otros actores globales cuestionan el uso político del dólar en las relaciones internacionales.
“El dólar ya no es percibido como neutral”, señala Green. Y añade que el euro se ha reposicionado como una alternativa confiable, impulsado por medidas fiscales coordinadas, inversiones en defensa y resiliencia económica. Solo en las últimas semanas, el euro se ha apreciado más del 4% frente al dólar.
Asia también acelera el paso: el yen japonés recupera su condición de refugio seguro; el won surcoreano muestra solidez; y el yuan chino sigue avanzando gracias a acuerdos comerciales que excluyen deliberadamente el uso del dólar.
El nuevo orden monetario exige estrategias adaptadas a múltiples divisas
Green no prevé un reemplazo inmediato del dólar por una sola moneda. En su lugar, anticipa un sistema fragmentado, donde varias divisas creíbles compartan el liderazgo monetario global. Esta transición lenta pero decisiva obligará a gobiernos, instituciones y empresas a reformular sus estrategias.
Las antiguas políticas que fortalecían al dólar ahora lo debilitan. Nuevos aranceles han elevado monedas como el peso mexicano y el dólar canadiense, señalando que los mercados ven estas medidas como signos de incertidumbre más que de fortaleza.
Por otro lado, se espera que la Reserva Federal realice hasta tres recortes de tasas este año, lo que reduce el atractivo de la deuda estadounidense y, por ende, del propio dólar. Una menor demanda de bonos del Tesoro implica menor apetito global por dólares.
Aunque un dólar débil puede favorecer temporalmente las exportaciones, tiene límites: Estados Unidos importa casi la mitad de los bienes que consume, lo que eleva los precios de insumos y presiona la inflación. Con una base manufacturera debilitada, la autosuficiencia no es una opción inmediata.
“La creencia de que el dólar siempre se recuperará es obsoleta”, concluye Green. “El dominio absoluto del dólar se está diluyendo, y quienes no se adapten quedarán rezagados”. La recomendación es clara: actuar ahora para liderar el nuevo ciclo financiero global.