El comercio bilateral entre China y Ucrania en 2021 se incrementó significativamente.
¿Será China la que finalmente mediará y alcanzará la cesación de la guerra de Rusia y Ucrania?
Los propios ucranianos así lo han pedido, según lo expuso públicamente el ministro de Relaciones Exteriores de Ucrania, Dymtro Kuleba, al hablar con su homólogo chino, Wang Yi, y ratificar la disposición de las negociaciones con miras a “un alto al fuego”.
Tras una semana del conflicto el escenario predominante es la destrucción como consecuencia de los intensos bombardeos rusos sobre Ucrania, dejando un balance de más de dos mil muertos entre civiles y militares y el desplazamiento de un millón de refugiados.
Un cuadro penoso típico de lo que dejan las guerras a la humanidad, simbolizado en el odio, desprecio por lo humano y devastación tanto en el orden material, espiritual e institucional.
Dada la estrecha relación política, diplomática y comercial entre la República Popular de China y la Federación de Rusia ello podría agilizar la mediación y arribar a un punto de entendimiento.
Sería más cómodo y tranquilizador para los intereses del gobierno de Vladimir Putin tener al presidente chino Xi Jinping como interlocutor si finalmente se logra la mediación del gigante asiático.
El comercio bilateral entre China y Ucrania en 2021 se incrementó significativamente, habiendo los ucranianos hecho negocios con los chinos por valor de 6.130 millones de dólares.
Las autoridades chinas han exhibido cautela ante el conflicto que ha llevado intranquilidad al mundo por el impacto que causa en el aumento del precio del petróleo, gas y en la comercialización de productos alimenticios como las soyas, maíz y trigo.
Trilogía del Poder
En su primer discurso del estado de la Unión ante los miembros del Congreso, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, condenó la invasión rusa en Ucrania. Al mismo tiempo, hizo un llamado a la unidad del mundo occidental y resaltó “el poder de la democracia frente a la tiranía”.
Sin Estados Unidos, Rusia y China el tablero mundial es imposible de delinear, pero más que eso, de descifrar.
Esas tres potencias junto a los países de la Unión Europea tienen el control de las mayores fuentes de producción energética, petróleo y gas, así como de las armas nucleares.
Rusia, además de tener la mayor superficie del planeta (17.13 millones km 2), equivalente a la novena parte de la tierra firme del globo, es, asimismo, el mayor competidor y exportador mundial de gas natural.
Su extensa frontera la limita con países de Asia y Europa reflejando su poderoso brazo ejecutor en el actual orden internacional.
En un documental de 2018, el presidente Vladimir Putin narró que "… si alguien decide aniquilar a Rusia, tenemos el derecho legal de responder. Sí, será una catástrofe para la humanidad y para el mundo. Pero soy ciudadano de Rusia y su cabeza de Estado. ¿Por qué necesitamos un mundo en el que no esté Rusia?".
La pregunta de Putin nos acerca a la actual guerra entre Rusia y Ucrania en la que se juegan intereses estratégicos, económicos y de seguridad mundial.
La señal, desde los linderos rusos se orienta a la defensa de su frontera e intereses en el mapa de la geopolítica de estos tiempos, en la que como potencia está dispuesta a no ceder el espacio alcanzado.
En manos de ¿quién? y, hacia ¿dónde nos conduce? esa realidad que amenaza con una nueva conflagración mundial.
USA y el dominio energético
El ex presidente estadounidense Donald Trump asumió como una de sus estrategias el “dominio energético”, desestimando la agenda ambiental. Pero fue el también ex mandatario y líder demócrata Barack Obama, el principal promotor de la exploración y explotación del gas natural como fuente de energía.
En 2019, EE. UU. se había convertido en el primer productor de petróleo y de gas natural del mundo. Un paso trascendental cuyo objetivo era compactar la influencia energética con la tenaz lucha histórica de la geopolítica mundial.
Desde los albores de la década del cincuenta pensadores y estrategas de Washington vienen aupando la independencia energética estadounidense, consciente de lo que ello representa para el fortalecimiento de su poderío político, estratégico y militar.
El rompimiento de la dependencia en la adquisición de hidrocarburos internacionales por parte de Estados Unidos le permitió abrir un abanico de reservas de energía y posteriormente, pasar a ser un exportador de energía.
Entonces, Estados Unidos acumuló reservas equivalentes a 46.000 millones de barriles de petróleo, 800 millones de metros cúbicos de gas, y 20.000 millones de barriles de gas, según lo describe Paula Stern, ex asesora del gobierno de Ronald Reagan.
Ojalá que esta nueva lucha de intereses entre los dueños del mundo moderno por el control de los principales hidrocarburos, no genere otra desgracia a la humanidad.
Artículo de Manuel Díaz Aponte