Por Danilo Díazgranados,.La economía latinoamericana sigue cayendo hacia lo que pareciera ser un abismo sin fondo. Los estragos causados en las finanzas de los países de la región por la crisis sanitaria alcanzan dimensiones incalculables.
Esta vez, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe dio a conocer un nuevo pronóstico acerca del desempeño de la economía, vaticinando que el PIB de la zona, caerá 9,1%, lo que supone, a todas luces, un periodo indefinido de recesión, con las consecuencias que tal situación arroja sobre la población más vulnerable, constituida por la mayoría de sus habitantes.
Una vez más, el desempleo, el hambre y la pérdida de cuantiosos recursos por deterioro en las rentas de los gobiernos regionales siguen complicando el panorama de los latinoamericanos. Los problemas económicos y estructurales de la región, que para nadie son un secreto, se han magnificado, abriendo paso a mayores brechas económicas y sociales.
Según el informe presentado recientemente por el organismo, titulado “Salud y economía: una convergencia necesaria para enfrentar el COVID-19 y retomar la senda hacia el desarrollo sostenible en América Latina y el Caribe”, se augura que el total de pobres se ubicará en 37.7% (unas 231 millones de personas), mientras que la pobreza extrema se situará en un 15.5% de la población (unas 96 millones de personas que no están en condición alguna para cubrir la canasta básica).
Los países que han sido identificados como los más vulnerables son Haití y Venezuela, mientras que en Argentina, Ecuador y Perú se acentuará la desigualdad social. Urge aplicar mecanismos que coadyuven a minimizar el impacto de la crisis sobre los gobiernos, sus economías y la población.
Unas 41 millones de personas quedarán sin empleo, ya que se calcula que esta cifra pasará de 8,1% en 2019 a 13,5% al culminar este año, en razón del fuerte impacto económico que ha supuesto la paralización de una gran parte de la actividad comercial y productiva a consecuencia del Covid-19.
Un panorama incierto, nada alentador. La recuperación se ve distante. Mientras, los países latinoamericanos y caribeños hacen una suerte de malabares en sus exiguas finanzas para seguir transitando, con el menor daño posible, a través de la difícil coyuntura.